Veinticinco años de una obra de arte

El arte es largo; la vida, breve. Hipócrates no se refería a ninguna de las Bellas Artes; hablaba de Medicina, de Ciencia. Aún hoy, la palabra arte puede designar todo lo que es delicado o difícil de hacer, lo que requiere de conocimiento y habilidad, sin que por eso se trate propiamente de una disciplina artística. Toda persona que aprecia su propio oficio, luego de aprenderlo a fondo, se gana el derecho de condecorarlo con esa metáfora. En la secundaria, mi profesor de Contabilidad arrancó su primera clase definiendo: La Contabilidad es el arte de…

Equiparaciones así eran más plausibles cuando las artes estaban reguladas por las escuelas, que transmitían el difícil manejo de las técnicas tradicionales; para la futura consideración del artista, el dominio de esas técnicas sería tan decisivo como su propio talento. De las vanguardias en adelante, la destreza técnica se fue volviendo una dimensión más, que puede ser reinventada, minimizada o hasta suprimida, si el artista así lo desea. Hoy la esencia del arte es la libertad, entendida como autodeterminación: cada artista elige sus propias reglas. El juego es hacerlas valer, primero ante sí mismo y luego ante los demás.

El deporte, por el contrario, es un microcosmos hiperreglado. Los atletas se someten a normas fijadas de antemano y compiten para dominar ese universo, simplificado y definido. Sólo bajo condiciones homologadas se puede establecer la justa superioridad de un deportista sobre otro. El 22 de junio de 1986, la selección argentina de fútbol enfrentó a la inglesa en el Estadio Azteca. Eran los cuartos de final de la Copa del Mundo, y hubo tres goles.

Empecemos por recordar el tercer gol. “Recordar” es un decir: lo hizo un inglés y no se lo acuerda nadie más que él, su madre y Wikipedia. Esto es así porque no alteró el juego, pero sobre todo porque veintiséis minutos antes, el segundo gol del partido había eclipsado cualquier otra acción posible. Lo hizo Maradona y todos lo recordamos: el tranco largo, el zigzag premonitorio, la estela azul sobre el campo verde, los seis ingleses desparramados. Una hazaña emocionante, casi once segundos de perfección deportiva, un hito en la historia del fútbol, el gol del siglo, barrilete cósmico, etcétera, etcétera (aquí Villoro podría seguir durante media hora).

Por supuesto, hay quien de este gol dice: “una obra de arte”. De acuerdo, pero sólo en el sentido doméstico de la expresión. Porque si hablamos de arte no ya como mera “habilidad” —por más evidente que ésta sea—, sino como esa práctica amplia pero concreta que asociamos a quienes llamamos artistas; si hablamos de arte en un sentido contemporáneo, la obra maestra de Maradona no es su segundo gol, sino el primero de ese mismo partido: el gol que, como toda gran obra de arte, niega lo consensuado, juega con sus propias reglas y destroza las de los demás a la vista de todos. El artista —comprometido hasta la deshonestidad con su obra— desata su intuición y salta para alcanzar su deseo. El artista hace lo que le pinta y luego corre a gritarlo ante el público, incluso antes de que lo convaliden los “árbitros”, forzando así la realidad. Como deportista, Maradona hizo trampa; como artista, modificó el juego para sus pares, cambió la historia y generó fuertes adhesiones y rechazos. Todo eso logra una obra maestra. Que en este caso, además, tiene un título inolvidable: La mano de Dios.

Han pasado veinticinco años y todavía la recordamos. Hipócrates tenía razón: la vida es breve, pero el arte es largo.

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Publicado originalmente en el blog de La Tempestad (México), 22 de junio de 2011.

La Ilíada en gráficos: Índice

Por Martín Cristal

Desde acá se puede acceder a todos los gráficos sobre la Ilíada de Homero que publiqué entre 2009 y 2010 en El pez volador. Se trata de una serie de esquemas y notas sobre la progresión del combate, canto por canto. Sólo representé aquellos cantos en los que griegos y troyanos luchan, dejando a un lado los cantos donde se narran otras acciones (con alguna que otra excepción). Para saber más sobre esta serie de diagramas se puede leer mi introducción a este proyecto, el cual no pretende reemplazar la lectura de la obra, sino sólo servir como herramienta para su análisis o relectura.


Canto II

1. Catálogo de las naves griegas.
2. Aliados de los troyanos.
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Cantos III y IV
Duelo Paris-Menelao.
Inicio de la batalla.
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Canto V
Las hazañas de Diómedes.
..

Cantos VI y VII

La batalla continúa.
Duelo Héctor-Áyax.
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Canto VIII
Combate interrumpido..

Canto X
Misión nocturna (Dolonía)..

Canto XI
Hazañas de Agamenón..

Canto XII

En la muralla griega..

Canto XIII
Dentro del campamento griego..

Canto XIV
Los griegos reaccionan..

Canto XV
Contraataque troyano..

Canto XVI
Gloria y muerte de Patroclo..

Canto XVII
Lucha por el
cadáver de Patroclo.

.
.

Canto XX
Duelos entre dioses;
duelo Eneas-Aquiles;
Aquiles vuelve a la batalla.
.

Canto XXI
Combate en el río..

Canto XXII
Muerte de Héctor..

Canto XXIII
Juegos en honor de Patroclo..

Bodycount
Las bajas de ambos ejércitos..

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Todos los esquemas fueron dibujados por mi en Adobe Illustrator durante el año 2006, siguiendo la versión de Thomas Murau sobre el texto establecido por T. W. Allen en Homeri Opera (Oxford, 1967). La edición que consulté es la de Terramar Ediciones (La Plata, 2004).

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Ilíada: Bodycount

Por Martín Cristal

Al hacer los esquemas de la Ilíada, los cuales he ido presentando a lo largo de un año en El pez volador, contabilicé las bajas de ambos ejércitos. Si no me equivoco en mis cálculos, en el texto se detallan (dando el número certero o incluso el nombre y apellido del guerrero muerto) 45 bajas griegas. Las bajas troyanas son 231.

¿Quiénes son los guerreros más letales? Aquí los resultados de cada bando. Primero los griegos principales:

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Iliada-Bodycount-1

No cabe duda de que los mirmidones eran los más duros de todos. Si Patroclo se lleva la palma es sólo porque de Aquiles no se especifican siempre las cantidades (de él se dice varias veces que “mato a muchos”, pero no a cuántos exactamente). Otro que estaba cabrón era Diómedes Tidida. Áyax Telamonio y Odiseo Laertíada siempre anduvieron parejos, como lo demuestran estos números y también el resultado de su lucha en los juegos del funeral de Patroclo. De las fuerzas parejas de ambos se puede deducir el carácter de “desafío y desempate” que tuvo su enfrentamiento final, luego de la muerte de Aquiles, cuando ambos héroes se trenzaron para dirimir quién se quedaría con las armas del semidiós. El desenlace de esa contienda lo cuenta Sófocles en su drama Áyax.

Otros griegos, no tan importantes en el relato de la Ilíada, también suman a la hora de los bifes. Es el caso de uno de los hijos de Néstor, Antíloco, o del escudero Meriones, que en los números resulta tan mortífero como su amo, Idomeneo de Creta:

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Iliada-Bodycount-2

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Los números de los troyanos, más escasos, dejan ver claramente que éstos eran muy “Héctor-dependientes”. Mientras que el ejército griego se reparte las bajas entre varios de sus héroes, la mitad de las bajas conseguidas por los troyanos se le adjudican a Héctor (Eneas queda en un lejano segundo puesto):

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Iliada-Bodycount-3

Con esta entrada termina la serie de esquemas que hice sobre la Ilíada a modo de apuntes que pudieran dar cuenta de la progresión del combate más famoso de todos los tiempos. Estos esquemas no pretenden sustituir la lectura del texto, sino quizás funcionar como apoyos adicionales para la relectura. Aquí una entrada que funciona a modo de índice para todos los esquemas.

Ilíada: apuntes del Canto XXIII

Por Martín Cristal

Juegos en honor de Patroclo

Las exequias de Patroclo incluyen competencias: carreras en carro y a pie, combates armados y a mano limpia, pruebas de fuerza… Aquí los resultados:

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Iliada-Canto-XXIII

En la próxima entrega cerramos la serie de esquemas sobre la Ilíada con el bodycount final: quiénes son los guerreros más mortíferos de cada bando. A no perdérselo…

Ilíada: apuntes del Canto XXII

Por Martín Cristal

Muerte de Héctor

Los troyanos, en franca retirada desde el regreso de Aquiles, han vuelto corriendo a refugiarse dentro de las murallas de Ilión (Troya). El último en llegar de vuelta es, lógicamente, quien a la ida había sido el primero: Héctor. No alcanza a entrar en la ciudad ni pide que le abran las puertas. Aquiles lo encuentra afuera y comienza la famosa persecución alrededor de la muralla… Engañado por los dioses y alcanzado por Aquiles, Héctor lucha y muere. Aquiles humilla su cadáver y se lo lleva. Más tarde, el rey Príamo se arriesgará en territorio enemigo para rogarle a Aquiles la devolución del cadáver de su hijo Héctor. Aquiles, conmovido, accederá a devolvérselo.

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Iliada-Canto-XXII

¿Por qué es inmortal el relato de esta lucha despareja entre un hombre y un semidiós? Porque en esa desigualdad están cifrados el valor y la libertad del hombre, cosas que nos emocionan a todos, desde Homero hasta los que vivimos en el siglo XXI. Esa emoción nos lleva a contar este combate una y otra vez.

En Ética para Amador, Fernando Savater utiliza una sencilla comparación para arribar al concepto de libertad (esencial para comprender el de ética). El primer término de esa comparación vienen a ser las termitas, que al ver su hormiguero destruido por alguna causa externa, salen automáticamente a defenderlo: las termitas-obrero reconstruyen la brecha abierta en la tierra, mientras que las termitas-soldado defienden el nido de otras hormigas enemigas, mucho más corpulentas, que aprovechan la ocasión para atacarlo. Sobre las termitas-soldado, Savater se pregunta: «¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?». En seguida, el filósofo pasa al segundo término de su comparación: la lucha de…


…Héctor, el mejor guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas-soldado, cuya gesta millones de veces repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil que el de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?

Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas-soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo, sin poderlo remediar (como la araña que se come a la mosca). Héctor, en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas-soldado no pueden desertar, ni rebelarse, ni remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él. Quizá sus conciudadanos le llamasen cobarde y le tuviesen por un caradura o quizá le preguntasen qué otro plan se le ocurre para frenar a Aquiles, pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan, él siempre podría escaparse de lo que se supone que debe hacer: no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que tenga mérito su gesto y que Homero cuente su historia con épica emoción. A diferencia de las termitas, decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor.

Lo interesante al leer el Canto XXII de la Ilíada es que efectivamente vemos que muchas de las motivaciones de Héctor para enfrentar a Aquiles provienen de la presión social, y no tanto de un mero «sentido heroico incorporado» en el guerrero troyano:


Y gimiendo, a su magnánimo espíritu
[Héctor] le decía: —¡Ay de mí! Si traspongo las puertas y el muro, el primero en dirigirme reproches será Polidamante, el cual me aconsejaba que trajera el ejército a la ciudad la noche en que Aquiles decidió volver a la pelea. Pero yo no me dejé persuadir —mucho mejor hubiera sido aceptar su consejo—, y ahora que he causado la ruina del ejército con mi imprudencia, temo a los troyanos y a las troyanas, de rozagantes peplos, y que alguien menos valiente que yo exclame: «Héctor, fiado en su pujanza, perdió las tropas».

Así hablarán; y preferible fuera volver a la población después de matar a Aquiles, o morir gloriosamente ante la misma. ¿Y si ahora, dejando en el suelo el abollonado escudo y el fuerte casco y apoyando la pica contra el muro, saliera al encuentro de Aquiles, le dijera que permitía a los Atridas llevarse a Helena y las riquezas que Alejandro trajo a Ilión en las cóncavas naves, que esto fue lo que originó la guerra, y le ofreciera repartir a los aqueos la mitad de lo que la ciudad contiene; y más tarde tomara juramento a los troyanos de que, sin ocultar nada, formarían dos lotes con cuantos bienes existen dentro de esta hermosa ciudad?

… Mas ¿por qué en tales cosas me hace pensar el corazón? No, no iré a suplicarle; que, sin tenerme compasión ni respeto, me mataría inerme, como a una mujer, tan pronto como dejara las armas. Imposible es conversar con él desde lo alto de una encina o de una roca, como un mancebo y una doncella: sí, como un mancebo y una doncella suelen conversar. Mejor será empezar el combate, para que veamos pronto a quién el Olímpico concede la victoria. (Ilíada, XXII, 98-130).

Incluso en esto, el gran Héctor no deja nunca de ser un hombre: lleno de dudas y debilidades, vulnerable al punto de pensar en el qué dirán y perderse en cálculos mezquinos antes de asumir lo que finalmente hará. El héroe es de carne y hueso: esto es lo que me emociona. Si se comparan estos motivos para pelear contra una fuerza superior y los motivos iniciales de Aquiles para no pelear contra los troyanos, los de Aquiles nos parecen el berrinche de un niño caprichoso; no son nada junto a la respetable resolución de un hombre valiente que sale a enfrentarse con su destino.

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Ilíada: apuntes del Canto XXI

Por Martín Cristal

Combate en el río

En el Canto XXI, Aquiles avanza hacia el río Escamandro (o Janto), próximo a la ciudad de Ilión (Troya); toma algunos prisioneros para inmolar en el funeral de Patroclo y luego inicia una matanza en las mismas aguas del río. Sólo un guerrero —Asteropeo, el ambidiestro— consigue herirlo en un brazo al arrojarle dos lanzas a la vez; sin embargo, Aquiles lo liquida al instante. El dios del río, furioso porque la parva de cadáveres es tan grande que ha desviado el curso del agua, persigue a Aquiles. Otros dioses que favorecen al héroe lo salvan de la furia del río. El canto prosigue con otra escaramuza entre los dioses del Olimpo y el engaño con el que Apolo logra distraer a Aquiles para que los guerreros troyanos, en franca retirada, tengan tiempo de refugiarse tras las murallas de Troya.

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Ilíada: apuntes del Canto XX

Por Martín Cristal

Duelos entre dioses, semidioses y hombres

a) Duelos entre dioses: El enfrentamiento entre los hombres depende del enfrentamiento entre los dioses. En el Canto XX hay combates individuales entre ellos. En el esquema se ven, del lado izquierdo, los que favorecen a los troyanos; y, del derecho, a los griegos.

b y c) Duelo Eneas-Aquiles; Aquiles vuelve a la batalla:
Eneas se le anima al semidios Aquiles; éste, luego de la muerte de Patroclo, ha olvidado su enojo y ha vuelto a la batalla con armas nuevas (esto se cuenta en los Cantos XVIII y XIX). Eneas y Aquiles pelean mano a mano; Eneas moriría de no ser por la intervención de uno de los dioses. La furia de Aquiles se desata: aunque todavía no le es permitido enfrentarse a Héctor, Aquiles mata a muchos troyanos.

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Ilíada: apuntes del Canto XVII

Por Martín Cristal

Lucha por el cadáver de Patroclo

En el canto anterior, la lucha era por el cadáver de Sarpedón. En el XVII sucede lo mismo, pero en torno del cadáver de Patroclo. Menelao y los dos Áyaces defienden el cadáver de Patroclo y lo rescatan de las manos troyanas, aunque desarmado: Héctor ya lo ha despojado de sus armas (las cuales en realidad pertenecen a Aquiles).

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Ilíada: apuntes del Canto XVI

Por Martín Cristal

Gloria y muerte de Patroclo

En el Canto XVI hay dos momentos, a saber:

a) Patroclo rechaza al enemigo: Los troyanos quieren incendiar los barcos griegos, para poner fin a nueve años de guerra, y de hecho Héctor consigue prenderle fuego a una de las naves. Éste es el punto en que Troya está más cerca que nunca de una victoria que jamás conseguirá, porque así lo dispone Zeus y porque Patroclo, líder de los mirmidones ante la ausencia de Aquiles, decide portar las armas de éste y defender a sus camaradas griegos. Patroclo apaga el fuego e inicia una matanza de troyanos. Entre los caídos se cuenta a Sarpedón, el líder licio, aliado de Troya.

b) Muerte de Patroclo: El combate se traslada alrededor del cadáver de Sarpedón. Cuando un héroe muere, el enemigo quiere quitarle las armas para quedárselas como botín de guerra, y también llevarse el cadáver para que los compatriotas del caído no puedan enterrarlo con honores; por eso el combate es duro en torno del líder licio. Patroclo viene hecho una máquina de matar, pero el dios Apolo lo desarma; luego Euforbo lo hiere, y por fin Héctor lo remata. Apolo salva el cadáver de Sarpedón.

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Ilíada: apuntes del Canto XV

Por Martín Cristal

Contraataque troyano

En el Canto XV, los troyanos contraatacan, con la ayuda de Apolo. Así llega la peor hora de los griegos, acorralados ahora contra sus propios barcos. Se destaca la defensa titánica de Áyax Telamonio.

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Ilíada: apuntes del Canto XIV

Por Martín Cristal

Los griegos reaccionan

La situación parece empeorar para los griegos. Se encuentran atrapados entre las espadas de Troya y el mar. Muchos de sus guerreros principales están heridos. Sin embargo, el dios Zeus —que apoya a los troyanos— es engañado por Hera y el Sueño, y entonces los griegos consiguen rechazar al enemigo. Héctor es herido de una pedrada y salvado por sus hombres. Áyax Oileo persigue, hiere y mata a muchos de los que se retiran.

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Ilíada: apuntes del Canto XIII

Por Martín Cristal

Dentro del campamento griego

En el Canto XIII, los troyanos han atravesado la muralla griega y pelean en la playa, junto a las naves griegas. Si logran prenderles fuego a esos barcos, nueve años de guerra llegarán a su fin y el invasor será expulsado. El combate en este canto es complejo. Entre los hijos de Príamo, se destacan las acciones de Deífobo. Entre los griegos que defienden el campamento se lucen Idomeneo de Creta y su escudero, Meriones. [En el esquema, la acción comienza donde está la estrella roja]:

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Ilíada: apuntes del Canto XII

Por Martín Cristal

En la muralla griega

Canto XII: Los troyanos tienen a los griegos acorralados contra la muralla de su campamento, en la playa. Los griegos Polipetes y Leonteo se destacan en la defensa de una de las puertas pero, en otra parte de la muralla, el licio Sarpedón abre una brecha. Héctor consigue vencer en otra de las entradas e irrumpe en el campamento con sus hombres.

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Ilíada: apuntes del Canto XI

Por Martín Cristal

Hazañas de Agamenón

Así como Diómedes se luce guerreando en el Canto V, en el Canto XI lo hace Agamenón, aunque en menor medida. Paris hiere a muchos a flechazos, entre ellos a Diómedes, que se retira. Odiseo también se destaca, hasta que es herido y, en retirada, salvado por Menelao. Aunque se mencionan muchas bajas troyanas y actos valerosos de los griegos, en general en este canto los que avanzan son los troyanos; los griegos retroceden hacia la playa, donde está su campamento.

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Ilíada: apuntes del Canto X

Por Martín Cristal

Misión nocturna (Dolonía)

Cesa la batalla por la llegada de la noche. Después de un Canto IX muy conversado por parte de los griegos, Odiseo y Diómedes salen del campamento en misión nocturna (Canto X). Encuentran a un espía troyano, Dolón, y lo liquidan. Luego encuentran a doce tracios que duermen y los matan (en esto hay un tufo de viveza y cobardía). La misión culmina exitosamente para los griegos, con la muerte de un príncipe tracio y el botín de varios caballos.

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