Por Martín Cristal
Introducción
Cuando emprendí mi viaje por México, en 1999, llevaba la Odisea en la mochila. A pesar de la grata y honda impresión que me dejó, tuvieron que pasar varios años hasta abordar la lectura de su obra hermana, la Ilíada. Más feeling con los viajes que con las guerras, supongo. Leí algunos cantos en la edición (horrible) de Porrúa, con prólogo de Alfonso Reyes; completé la lectura mucho después, de vuelta en Argentina, con una edición de Terramar (La Plata, 2004).
Si tuviera que recomendar en qué orden leer estas obras, díría que la Odisea es una lectura más amigable para arrancar. Las aventuras de Ulises de vuelta a su casa son más variadas que los pormenores bélicos del noveno año de la guerra en Troya. La Ilíada exige una lectura más atenta para no perdernos en su maraña de nombres propios, sus vaivenes —ataques y defensas, retiradas y contrataques, duelos mano a mano— las acciones tramposas de dioses con voluntades contrapuestas y la tracalada de botines de guerra y heridas mortales que el texto describe con minuciosidad.
También juega en contra de la Ilíada el hecho de que la verdadera batalla no comience sino hasta bastante entrado el relato. El lector debe tener paciencia y pasar primero por la explicación del contexto general de ese noveno año de guerra (el Canto I, donde se nos explica el enojo de Aquiles y sus motivos para dejar de pelear) y luego por el inventario de las armas griegas y de los pueblos aliados de los troyanos, el tedioso Canto II. El Canto III provee alguna acción con el duelo entre Paris y Menelao, pero el verdadero combate entre los ejércitos arranca recién al llegar al Canto IV. Así, mientras que en la Ilíada —historia de combate— el combate se demora en empezar, en la Odisea —historia de viaje— el viaje ha comenzado mucho antes que su propio relato: el clásico comienzo in medias res nos pone de inmediato “en medio de las cosas”, nos sumerge enseguida en la materia de la narración, la cual irá completando con flashbacks todo lo que nos haga falta saber para comprenderla mejor.
Como una manera de tomar apuntes, en su momento realicé una serie de esquemas de aquellos cantos de la Ilíada que dan cuenta de la progresión del combate. Iré publicando esos esquemas en El pez volador a lo largo de 2009, con el espíritu de compartirlos con quienes quieran repasar la guerra más famosa de todos los tiempos; a mí me sirvieron para descubrir algunas relaciones que no había notado a la primera lectura del texto.
Canto II. El catálogo de las naves
El siguiente esquema resume el inventario completo de las armas griegas. Al leer ese catálogo tan temprano en el relato, muchos nombres propios no nos dicen gran cosa, pero luego algunos de ellos cobrarán dimensión humana y los veremos luchar, vencer o morir. En el gráfico, para cada líder griego se indica su procedencia, el nombre de su pueblo (si se especifica en el texto), cuántos barcos traía y, a veces también cuántos hombres venían en cada barco.
Ampliar el esquema para verlo en detalle.
Uno tiende a pasar rápido por este capítulo; sin embargo aquí se explican algunas cosas importantes. Por ejemplo, por qué Agamenón es el líder griego aunque en la práctica no sea un guerrero tan temible (a fin de cuentas, en el bodycount final, Aquiles, Diómedes, Patroclo, Áyax Telamonio, Odiseo y Teucro matan más troyanos que él). Agamenón es quien lleva más hombres y más barcos: un centenar de naves, lo cual refleja su poder. Lo sigue el viejo Néstor, que aporta noventa (y uno sospecha de que también por eso —y no sólo por su “experiencia”— es tan apreciada la opinión de Néstor en las reuniones de los comandantes). Agamenón incluso le presta barcos a los pueblos de tierra adentro, para que se unan en su campaña.
Los aportes de cada líder griego se ordenan de esta manera:
Ampliar el gráfico para verlo en detalle.
Al contrario que lo que sucede con Néstor, no se puede dudar de que la opinión de Odiseo es apreciada netamente por la inteligencia y audacia de éste, y no tanto por el aporte de tropas que él hace (apenas doce barcos).
Según los números que ofrece el texto, calculo un mínimo estimado para el ejército griego de casi 60.000 hombres: la cantidad de personas que entran en un concierto en el estadio de River Plate.
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Durante enero nos vamos de vacaciones, pero quedan programados tres artículos que continúan a éste. ¡Feliz 2009!
Maravillosa propuesta. Y esos esquemas me han dejado impactada.
Leí La Ilíada, pero no la Odisea, aunque ya hace un tiempo, así que seguiré atentamente los artículos que sigan.
Feliz año, pez volador.
Bueno, Estrella, habrá más esquemas como estos, y los de las batallas mejoran… Son ideales si leíste el texto hace mucho y querés recordarlo (de hecho, para eso los hice originalmente).
¡Feliz año para vos también! (repito el saludo en tu blog).
Interesante post e impresionantes esquemas. Me los acabo de imprimir.
Tomo nota del blog para volver más adelante.
Un saludo,
E.B.
Ey, no me llegó este post al reader, ¿cómo puede ser?
Leí La illiada y La odisea de adolescente y me gustó mucho más la primera, con todas sus batallas y peleas. Creo que si la leyera hoy, sería un libro muy diferente, sin dudas.
Buenisimos los esquemas y los comentarios.
Facilitan y enriquecen la lectura
Espero mas posts
Hola, demoro en contestar porque andaba de vacaciones…
Matías: No sé qué puede haber pasado con el reader…
Boccherini y Ernestina: gracias, les agradezco el interés. Pasen e impriman lo que quieran cuando quieran. Saludos.
Hola, Martín.
Leí este post (bien bueno, por cierto), pero me fue imposible desvincularlo de aquella escena confinada al patético (Penélope pelirroja tejiendo y destejiendo su pobre vida paria). Es divertido ver el pasado con catalejos.
Un abrazo grande.
Carla
Hola, Carla: sí, a veces es bueno ver el pasado con catalejo, sobre todo si sirve para ver que por fin la pobre vida paria ha parado de ser pobre y paria, para ser vida a secas en el presente, en alguna parte. De ser así, no sería poco.
La Odisea fue una buena compañera de viaje. Gracias. Abrazo.
Efectivamente. Además, lo mejor de la Odisea es ser Ulises. Ese fue el aprendizaje después de terminar media bufanda. :-)
C.
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Estupendo análisis y gráficos ameno el tedioso catálogo. En mi opinión hay también en este canto una hecatombe que realiza Agamenón y que relata como se lleva a cabo: primero se desolla, luego de colocarn muslos y grasas y lo primero que se prueba son las «scplacna» o entrañas asados en espetones, una interesante observación de Detienne.
Marcelo: Es cierto, si bien ese aspecto documental no caía en la órbita de este análisis. Sin duda la riqueza de cada canto es inagotable. Gracias por el comentario.
Je découvre votre blog grâce à un ami sur Twitter. Merci pour votre travail sur l’Iliade. C’est extrêmement bien fait et très utile pour mieux comprendre ce texte majeur de la littérature mondiale. Peut-être cela vous intéressera-t-il, je suis actuellement en train de réécrire l’Iliade en 140 tweets sur ce compte Twitter @StephaneNappez. J’ai également mis un lien vers votre blog depuis le mien.
Merci beaucoup, Stéphane! Et bonne chance avec ça Twiliade!
Me gusta mucho lo que haces. Sigue así hermano.
Saludos desde Perú.
Muy buenas ilustraciones…. pero discrepo de que el canto II sea tedioso; ¡es mi favorito!.