Por Martín Cristal
El jueves 15 de enero de 2009, La Voz del Interior publicó una nota por los 200 años del nacimiento de Edgar Allan Poe. La escribió Rogelio Demarchi, quien además realizó una encuesta sobre Poe a diez escritores cordobeses.
El cuestionario consistía en sólo dos preguntas. A continuación, van mis respuestas. Las de los otros escritores —Cristina Bajo, Sergio Aguirre, Diego Tatián, Fernando López, María Teresa Andruetto, Andrea Guiu, Esteban Llamosas, Sergio Gaiteri y Carlos Dámaso Martínez— pueden leerse aquí.
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1. ¿Qué valor le asignás a la obra de Poe
en el desarrollo del cuento moderno?
Muchos lo señalan como el padre del cuento, y sí, tiene el valor de lo primigenio, sumado a una gran potencia de deslumbramiento inicial que todavía provoca que los lectores jóvenes se acerquen al género y también que muchos escritores principiantes quieran probarse en él. Es un autor que no puede evitarse: es el maestro de tus maestros, quienquiera que estos sean, y le debemos algunos relatos inolvidables. Sin embargo, conviene no estancarse en Poe (ni en nadie): las estructuras que proponen sus cuentos, por muy difíciles que sean de lograr, o placenteras de leer, ya han sido largamente probadas e incluso superadas por muchos otros cuentistas excelentes: Chéjov, Kafka, Borges, Hemingway, Rulfo, Salinger, Cheever, Carver, Lispector o Levrero, por mencionar sólo algunos.
2. ¿Qué lugar ocupa o ha ocupado la obra de Poe
en tu biblioteca personal?
En mi iniciación, un lugar casi central. De Poe aprendí que cuando el narrador dice «no puedo describir el horror que sentí en ese momento», y abre dos puntos, a continuación viene la descripción puntual y detallada del horror que sintió en ese momento. Poe y sus seguidores (¿como defecto o virtud?) también me dejaron la necesidad de un final impactante, un «clic» justo a tiempo. Más tarde, las lecturas de otros cuentistas me fueron enseñando que uno no está obligado a eso si antes ha sabido entregar un buen clímax, o una forma novedosa, una voz hipnótica, un secreto de fondo, una atmósfera extraña, un instante de pureza emotiva… Así, a medida que mi biblioteca se ampliaba y me enseñaba, Poe fue resignando su reinado en ella para dar paso a una democracia plural en la que el mejor estante es siempre el que alberga a los autores más disímiles.
En un estado de amnesia total respecto a mis lecturas universitarias, me compro, de Edhasa, el tomo de Cuentos completos y la biografía de Ackroyd.
Y me encuentro con que la vida de Poe es un desastre completo y que me aburren la mayoría de los relatos (salvo los de Dupin y alguno más). La cosa terrorífico-necrofílica-sobrenatural no me dice nada y el estilo se hace algo pesado. La mayoría de sus personajes son histriones en estado máximo de agitación. Si nos topáramos con ellos llamaríamos al manicomio o a la policía, o a los dos.
Más información en mi blog http://www.pasenylean.com
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