Por Martín Cristal
En el Capítulo VIII de la Segunda Parte, Sancho Panza opina que los historiadores deberían hablar bien de él en sus libros, ya que él es sin dudas un buen hombre; para probar esto, argumenta de un modo acorde a su lugar y época:
“…creo, firme y verdaderamente en Dios y en todo aquello que tiene y cree la santa Iglesia católica romana, y el ser enemigo mortal, como lo soy, de los judíos, debían los historiadores tener misericordia de mí, y tratarme bien en sus escritos…”.
Ya en el siglo XV España había sido barrida por Tomás de Torquemada (1420-1498) y la Santa Inquisición, la cual —a fines de ese mismo siglo— forzó a los judíos a abandonar el territorio español, si bien algunos permanecieron ocultando su origen bajo apellidos castizos. El Quijote, cuya acción transcurre a principios del siglo XVII, no contiene otra referencia a los judíos más que ésta.
En cambio, la obra sí menciona varias veces a los moros. La novela de Cervantes muestra claramente el conflicto entre moros y cristianos en el Capítulo XLI de la Primera Parte. Cuando el cautivo Ruy Pérez y los demás fugitivos de África desembarcan en territorio español, Zoraida y un renegado van vestidos como árabes; un joven cristiano se topa con ellos y “como él los vió en hábitos moros, pensó que todos los de la Berbería estaban sobre él, y […] comenzó a dar los mayores gritos del mundo, diciendo: —Moros, moros hay en la tierra; moros, moros, arma, arma”, llamando así a la defensa contra lo que el joven creía una invasión del enemigo.
Cervantes muestra respeto por la cultura árabe al elegir para su ficción a un integrante de esa cultura, el “sabio moro” Cide Hamete Benengeli, para que figure nada menos que en el papel de autor del manuscrito original; tampoco menoscaba la persona ni la belleza de Zoraida cuando la describe en el Capítulo XXXVII de la Primera Parte (si bien el personaje deberá convertirse a la fe de “Lela Marién”, la Virgen María), ni las de Ana Félix (mora cristiana también) en el capítulo LXIII de la Segunda.
A pesar de esto, son notables en el Quijote los prejuicios respecto de los moros, generalizaciones que corresponden con el odio católico de la época. “De los moros no se podía esperar verdad alguna, porque todos son embelecadores, falsarios y quimeristas”, se desconsuela don Quijote al enterarse que el autor de su historia es un moro (Capítulo III, Segunda Parte).
En el Capítulo LIV, Sancho se niega a ayudar a Ricote, un morisco que ha vuelto a España de incógnito para buscar su capital enterrado. Sancho le niega su ayuda a pesar de que Ricote es un ex vecino y de que ambos acaban de compartir su comida y vino en medio del campo: “…por parecerme haría traición á mi rey en dar favor á sus enemigos, no fuera contigo, si como me prometes doscientos escudos, me dieras aquí de contado cuatrocientos […] no quiero: conténtate que por mi no serás descubierto”. No delatarlo: eso es todo lo que Sancho está dispuesto a hacer por su ex vecino, a pesar de la alegría manifiesta del reencuentro.
A mi juicio, Cervantes no consigue que resulten verosímiles los argumentos con los que Ricote defiende la justicia del exilio morisco decretado por los reyes católicos: «…que me parece que fue inspiración divina la que movió a Su Majestad a poner en efecto tan gallarda resolución […], y no era bien criar la sierpe en el seno, teniendo los enemigos dentro de casa. Finalmente, con justa razón fuimos castigados con la pena del destierro…» [La exposición sigue sobre los dolores del exilio, más verosímiles]. Es Cervantes quien alaba al rey, no Ricote; habla el autor, no su personaje. Cervantes tampoco logra que yo le crea cuando el mismo personaje, al reaparecer en el Capítulo LXV, alaba la “heroica resolución del gran Felipe III”. Por momentos, Ricote habla como si se olvidara por completo de su propio origen (que es moro, por muy bautizado que esté). Me resulta inverosímil, sobre todo si se considera que sus interlocutores —como Sancho— no olvidan ese origen ni jamás lo aceptan del todo.
¡Hola Martín! La presencia (y la representación) de judíos y moros en la literatura española medieval es un asunto que me fascina, pero yo no había pensado en el tema en cuanto al Quijote por alguna razón. ¡Qué interesante esta entrada tuya! ¿No puedo acordarme, pero no hay una tradición que sugiere que un lado de la familia de Cervantes posiblemente era de ascendencia cripto-judía? ¡Saludos!
Off topic: yo digo que mmmmmm http://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/pez-pensador
¡Jjajjaj, Seba! Sí, cuando lo vi, yo pensé lo mismo, mmmm… ese dibujo… y mmm ese titular… jajaja. Abrazo, che, tanto tiempo. M.
Richard: Algo escuché al respecto, pero no sé nada en concreto, la verdad. ¡Saludos!
Bueno, supongo quepor muy moro que sea Ricote, al criarse en España y ser de religión católica romana pensaba que varios de sus compañeros podían actuar como una quinta columna con el fin de ayudar al Imperio Otomano, él cual era una gran amenaza. De alguna forma priorizaba a su nación y su Iglesia sobre su propia vida, lo que le lleva a actuar así.
No es verosímil que quien haya sufrido el exilio alabe a quien lo ha forzado a vivir esa experiencia. Y, precisamente: si Ricote amara a España y la Iglesia, entonces ¿cómo podría tomar a bien que el rey lo haya exiliado como a una «sierpe», a un «enemigo»? Si el rey lo exilia, como efectivamente lo hizo, Ricote no podría estar de acuerdo ni elogiarlo por haberle dado ese castigo (que así lo define él mismo).
Siento que quizás sea un caso parecido al de algunos mexicanos que hoy viven en Estados Unidos. Emigraron al norte, trabajaron duro y quizás consiguieron —o están por conseguir— la ciudadanía; se sienten americans como un nativo, y sin embargo quizás tengan que lidiar ahora con un gobernante que quiere deportarlos.
Si eso sucediera, ¿dirían ellos mismos que Trump hizo bien en castigarlos así, que tuvo una «inspiración divina» al echarlos de EE.UU.? Sería un caso extraño de autoodio.
Más plausible me resulta sospechar que, si un personaje mexicano dice algo así tras su deportación, entonces ha sido creado por un guionista/novelista pro-Trump… Esto es lo que pasa aquí, creo: escribe Cervantes, es él quien alaba a su rey por boca de un personaje.