«Savia y sombra», en Ciudad X Nº 13

Salió la revista Ciudad X Nº 13. Nota central: Córdoba en 2061.
¿Cómo será la ciudad en 50 años? Un antropólogo, un arquitecto,
un ambientalista y un experto en tecnología aportan sus visiones;
y yo, un relato. A ver qué les parece.

En Córdoba: en todos los quioscos.
En Buenos Aires: aquí.

Lo mejor que leí en 2010 (2/3)

Por Martín Cristal

Segunda parte de los libros que más disfruté leer en 2010:
[Leer la primera parte] _____

Vidas perpendiculares, de Álvaro Enrigue

Anagrama, 2008. Novela.

La novela de este autor mexicano presenta una estructura compleja, basada en el concepto hindú de la transmigración de las almas. La saga de los Rodríguez Loera se irá barajando con las memorias de personas de distintas épocas y lugares del mundo; progresivamente, esas memorias dispersas se reconocerán como la autobiografía milenaria de una misma alma reencarnada varias veces. Este libro nos gustó mucho, tanto que lo recomendamos en el Nº 2 de la revista Ciudad X (agosto).

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Antología poética, de Joaquín O. Giannuzzi

Visor de poesía, 2006.

La profunda mirada de Giannuzzi es la que “ve” la poesía en todas partes (incluso en la anatomía interna del cuello de una jirafa); sus versos comparten con nosotros, sin distorsión, eso que él ve así, y que nosotros, de otro modo, no veríamos.

En algún punto, un par de versos condensan el sentido (filosófico, diría) de aquello que el poeta registra. Llegué al libro por este poema, que ya es famoso, pero que siempre alguien leerá, como yo, por primera vez:

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Poética
La poesía no nace.
Está allí, al alcance
de toda boca
para ser doblada, repetida, citada
total y textualmente.
Usted, al despertarse esta mañana,
vio cosas, aquí y allá,
objetos, por ejemplo.
Sobre su mesa de luz
digamos que vio una lámpara,
una radio portátil, una taza azul.
Vio cada cosa solitaria
y vio su conjunto.
Todo eso ya tenía nombre.
Lo hubiera escrito así.
¿Necesitaba otro lenguaje,
otra mano, otro par de ojos, otra flauta?
No agregue. No distorsione.
No cambie
la música de lugar.
Poesía
es lo que se está viendo.

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Creo que no tengo que agregar nada más. En todo caso, quién necesite más razones para leer a Giannuzzi, puede encontrarlas en el remix que hicimos aquí. (Lo siento, Joaquín: nosotros sí cambiamos la música de lugar…).

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Los combates cotidianos,
de Manu Larcenet

Norma, 2003-2008. Historieta.

Marco es un joven fotógrafo francés que desarrolla “comportamientos obsesivos” y “neurosis diversas”. Lo asaltan ataques de pánico que lo paralizan hasta el dolor físico. Los “combates cotidianos” son los que Marco libra día a día para lograr que los ataques al menos sean más espaciados.

La manera en que lo va logrando a lo largo de las cuatro entregas de la serie es, primero, yéndose a vivir al campo; luego relacionándose sinceramente con quienes lo rodean —sus nuevos vecinos; su pareja; su hermano y la familia de éste— y capeando todos los altibajos de estas relaciones; pero, sobre todo, desarrollando un nuevo camino para su fotografía. Marco deja atrás las fotos exóticas e impactantes que hacía cuando era corresponsal de guerra y pasa a involucrarse con los obreros de los astilleros franceses, donde también trabajó su padre. Retrata a estas personas, más próximas a su propia vida, cuando están pasando un momento difícil (estamos a comienzos del siglo XXI). La respuesta que Marco le da su galerista para defender esta decisión artística me conmueve y me resulta terriblemente inspiradora. En la cuarta parte hay un paseo nocturno de Marco con uno de los obreros —Pablo, que se parece a Faulkner—: el diálogo es honestísimo, magistral.

Así como Marco madura a lo largo de esta historieta, también lo va haciendo el dibujo de Larcenet. Inicialmente se ve caricaturesco, casi infantil, y no deja sospechar la densidad narrativa que la historieta será capaz de alcanzar, si bien desde el principio hay excepciones: las páginas en que Larcenet representa las fotografías en blanco y negro tomadas por su personaje. En esos pasajes —los más reflexivos de la obra— complejiza el trazo para ilustrar los pensamientos que, finalmente, evidencian el crecimiento de Marco, amén de su tránsito por las etapas naturales de la existencia humana: la muerte del padre, la relación de pareja, la llegada de una hija… Así, las reflexiones sobre el arte se van mezclando con la política y con las cosas más íntimas de la vida.

Los combates cotidianos es la historia de una madurez ganada a pulso, día a día. Una historieta que consigue conmover como pocas.

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La máquina de pensar en Gladys,
de Mario Levrero

Irrupciones, 2010. Cuentos.

Es el primer libro de cuentos de Levrero, publicado originalmente en 1970. Tardó más de 25 años en ver una segunda edición, rápidamente extinguida. Desde julio, y gracias al sello Irrupciones de Montevideo, por fin puede conseguirse esta tercera edición.

Aunque sin alcanzar todavía la riqueza de Espacios libres (1987), La máquina… ya es una buena muestra del Levrero más “raro”: con su frescura intacta, se desmarca de toda lectura totalizadora al reunir once cuentos extraños, entre los que brillan “La calle de los mendigos”, la historia de un hombre que comienza arreglando un simple encendedor y termina —tal como el de “Los reflejos dorados”— muy lejos del territorio familiar en el que empezó; “El sótano”, una pieza juvenil a lo Lewis Carroll; “La casa abandonada”, que varía sus misterios en cada habitación; y “Gelatina”, el primer relato de Levrero, treinta páginas magistrales con densidad de novela corta. Lo recomendamos en el Nº 5 de Ciudad X (noviembre).

[De paso y por si no lo vieron: en El pez volador hicimos un mapa completo de la obra levreriana].

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Leer parte 3 de 3

Edgar Allan Poe: 200 años

Por Martín Cristal

El jueves 15 de enero de 2009, La Voz del Interior publicó una nota por los 200 años del nacimiento de Edgar Allan Poe. La escribió Rogelio Demarchi, quien además realizó una encuesta sobre Poe a diez escritores cordobeses.

El cuestionario consistía en sólo dos preguntas. A continuación, van mis respuestas. Las de los otros escritores —Cristina Bajo, Sergio Aguirre, Diego Tatián, Fernando López, María Teresa Andruetto, Andrea Guiu, Esteban Llamosas, Sergio Gaiteri y Carlos Dámaso Martínez— pueden leerse aquí.
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1. ¿Qué valor le asignás a la obra de Poe
en el desarrollo del cuento moderno?

Muchos lo señalan como el padre del cuento, y sí, tiene el valor de lo primigenio, sumado a una gran potencia de deslumbramiento inicial que todavía provoca que los lectores jóvenes se acerquen al género y también que muchos escritores principiantes quieran probarse en él. Es un autor que no puede evitarse: es el maestro de tus maestros, quienquiera que estos sean, y le debemos algunos relatos inolvidables. Sin embargo, conviene no estancarse en Poe (ni en nadie): las estructuras que proponen sus cuentos, por muy difíciles que sean de lograr, o placenteras de leer, ya han sido largamente probadas e incluso superadas por muchos otros cuentistas excelentes: Chéjov, Kafka, Borges, Hemingway, Rulfo, Salinger, Cheever, Carver, Lispector o Levrero, por mencionar sólo algunos.

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2. ¿Qué lugar ocupa o ha ocupado la obra de Poe
en tu biblioteca personal?

En mi iniciación, un lugar casi central. De Poe aprendí que cuando el narrador dice «no puedo describir el horror que sentí en ese momento», y abre dos puntos, a continuación viene la descripción puntual y detallada del horror que sintió en ese momento. Poe y sus seguidores (¿como defecto o virtud?) también me dejaron la necesidad de un final impactante, un «clic» justo a tiempo. Más tarde, las lecturas de otros cuentistas me fueron enseñando que uno no está obligado a eso si antes ha sabido entregar un buen clímax, o una forma novedosa, una voz hipnótica, un secreto de fondo, una atmósfera extraña, un instante de pureza emotiva… Así, a medida que mi biblioteca se ampliaba y me enseñaba, Poe fue resignando su reinado en ella para dar paso a una democracia plural en la que el mejor estante es siempre el que alberga a los autores más disímiles.

Cuántos libros hay en “La biblioteca de Babel”

Por Martín Cristal

Cerca del final del diálogo que mantuvimos con Susana Chas y el público en la Alianza Francesa —acerca de La casa del admirador, el pasado 2 de mayo— surgió la siguiente pregunta: ¿es posible calcular cuántos libros hay en la biblioteca de babel borgeana? ¿Es o no es infinita esa biblioteca? A continuación el cálculo, que no soy el primero en hacer, explicado para quienes gustan más de las letras que de los números.
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En su cuento “La biblioteca de Babel” (Ficciones, 1944), Jorge Luis Borges no desconoce la contradictoria ilusión que provoca su biblioteca: a la imaginación, la cantidad de libros que contiene se le hace infinita, y por eso el espacio de la biblioteca se piensa equiparable al del Universo, comparación con la que inicia el cuento; pero, en virtud de los precisos datos numéricos que el mismo texto presenta, se sabe también que esa cantidad de libros no puede ser infinita: es una cifra que puede calcularse.

La biblioteca de Babel

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El mismo Borges promueve la indefinición —y la discusión— de ambas posibilidades, finitud e infinito. Esto puede verse en varios pasajes de su cuento (las negritas son mías):


• “En el zaguán hay un espejo, que fielmente duplica las apariencias. Los hombres suelen inferir de ese espejo que la Biblioteca no es infinita (si lo fuera realmente ¿a qué esa duplicación ilusoria?)”

• “Muerto, no faltarán manos piadosas que me tiren por la baranda; mi sepultura será el aire insondable; mi cuerpo se hundirá largamente y se corromperá y disolverá en el viento engendrado por la caída, que es infinita.”

• “De esas premisas incontrovertibles dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número, aunque vastísimo, no infinito)…”

• “…la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita…”

El asunto es central en el relato, tanto que el autor le dedica el último párrafo a proponer una conciliación entre ambas posibilidades (no lo transcribo para no traicionar a quienes no hayan leído el cuento todavía). Que quede claro: a Borges no se le escapa que la cantidad de libros de la biblioteca de Babel es limitada y calculable; el resultado —en sus propias palabras— es un número, aunque vastísimo, no infinito. Lo digo para que se comprenda que el cálculo que presento a continuación no invalida en nada el cuento de Borges; es sólo un pasatiempo matemático (por el que no soy el primero en transitar), de esos a los que los interesados en la literatura no solemos ser afines. De ahí que opte por consignarlo paso a paso.

El cálculo

Para poder calcular cuántos libros hay en “La biblioteca de Babel”, el cuento nos provee los siguientes datos:

  • Cada libro es de 410 páginas; cada página, de 40 renglones; cada renglón, de unas 80 letras.
  • El número de símbolos ortográficos impresos es 25: el espacio, la coma, el punto y 22 letras (agreguemos de paso que, según lo expresado por Borges en el ensayo “La biblioteca total”, esas letras podrían ser las siguientes: a b c d e f g h i j k l m n o p r s t u w y).
  • Por último, dos datos muy importantes. “Todos los libros constan de elementos iguales”, se nos aclara; pero, permutando esos mismos elementos, “no hay en la vasta Biblioteca, dos libros idénticos”. No hay repeticiones. (Esto, dice el cuento, es inferido por un pensador de la biblioteca luego del hallazgo de un libro cuyo contenido —para nada casualmente— abarca “nociones de análisis combinatorio”).

Lo primero que deberíamos calcular es cuántos caracteres tiene cada libro en total. Esto es fácil:

410 páginas x 40 renglones x 80 letras =
1.312.000 caracteres por libro

Para saber cuántos libros de 1.312.000 caracteres podemos escribir valiéndonos de sólo 25 símbolos, corresponde calcular cuantas combinaciones posibles hay. La cantidad total de combinaciones posibles equivale a la cantidad total de libros, ya que el cuento establece que no hay libros repetidos en la biblioteca.

Podemos imaginar que somos tipógrafos y que estamos armando el libro a la vieja usanza, con tipos móviles de plomo que hay que ubicar en casilleros. Un libro se completa llenando 1.312.000 casilleros; en cada casillero sólo podemos ubicar alguno de los 25 símbolos alfabéticos/ortográficos de que disponemos.

Si en lugar de 1.312.000 casilleros, cada libro contuviera sólo un casillero, entonces podríamos armar sólo 25 libros: uno con una letra a impresa; otro con una b; otro con una c… Al agotar los 25 símbolos ya no podríamos repetirnos: habríamos agotado todas las posibilidades. Habría sólo 25 libros en la biblioteca.

Ahora bien: sólo con que en cada libro hubiera dos casilleros para completar, las combinaciones posibles serían mucho mayores. Para calcularlas, habría que multiplicar los 25 símbolos que podríamos poner en el primer casillero por los 25 que podríamos hacer que los acompañaran en el segundo:

25 x 25 = 625

Las posibilidades aumentan muchísimo: con 2 casilleros para rellenar con 25 símbolos posibles, se generarían 625 libros distintos. ¿Y si hubiera 3 casilleros?

25 x 25 x 25 = 15.625

Con cuatro casilleros por libro, nos iríamos a 390.625 libros en total; con cinco casilleros, a 9.765.625 libros… El incremento es exponencial: por cada casillero que aumentemos, hay que multiplicar por 25 otra vez. Así, el número de libros que hay en la biblioteca planteada por Borges se consigue de multiplicar 25 x 25 x 25… y no parar hasta haberlo hecho 1.312.000 veces. Esto es: 25 elevado a una potencia de 1.312.000. Expresado matemáticamente:

Cantidad de libros que hay en \" width=

Ésa es la cantidad exacta de libros que contiene la biblioteca de Babel: ni un libro más. Con esa cifra y otros datos numéricos presentes en el cuento, se pueden hacer muchos otros cálculos, deducir la cantidad de hexágonos que tiene la biblioteca, y por ende, aproximarse a su extensión total…

¿Alguien tiene una calculadora a mano?