Los hackers en la ficción

Por Martín Cristal

El cracker homérico

En la Ilíada, Ulises quiebra las defensas de Troya escondiendo soldados en el caballo de madera que los griegos ofrecen como regalo. A ciertos softwares maliciosos que se infiltran en las computadoras (generalmente para controlarlas a distancia), hoy se les llama “troyanos”. No son estrictamente virus, cuya finalidad es un ataque destructivo, aunque en el caso del Caballo de Troya sabemos que ése era, en efecto, su objetivo final.

Pekka-Himanen-La-etica-del-hacker-y-el-espiritu-de-la-era-de-la-informacionSi Ulises fuera un genio actual de las computadoras, ¿sería su ardid algo propio de un hacker? Según las definiciones propuestas por La ética del hacker y el espíritu de la era de la información, del finlandés Pekka Himanen (Barcelona: Destino, 2002), Ulises sería más bien un cracker: “aquel que rompe la seguridad de un sistema”. El término fue creado hacia 1985 por los mismos hackers “a fin de defenderse de la tergiversación periodística”: no toleraban que los medios de comunicación los mezclaran con criminales informáticos.

Según Himanen, el verdadero hacker sería quien “programa de forma entusiasta”, un apasionado que comparte su propia pericia y, entre otras cosas, elabora software gratuito, abierto (al estilo de Linux y al contrario de los programas que venden corporaciones como Microsoft o Apple). El hacker detecta vulnerabilidades, sí, pero facilita el acceso a la información y a los recursos tanto como sea posible; es un revolucionario digital que tiende a la anarquía. Valora su tiempo, desprecia las corporaciones y el trabajo por dinero. Su capital es el respeto de los pares.

Ante un conflicto informático entre griegos y troyanos, un verdadero hacker aplicaría su talento en solucionarlo sin caballos tramposos ni virus. Colectivamente y sin mala fe, buscaría una solución creativa: clonar a Helena, tal vez, copiando su data genética para almacenarla en un disco duro compartido por Paris y Menelao. Y también por el resto de los mortales, incluidos otros hackers que podrían mejorar los resultados de esa misma solución, o incluso “retocar” la belleza de la propia Helena.

 

Antihéroes tecno-románticos

Muchos usamos la tecnología, pero la mayoría no comprendemos ni siquiera una pequeña parte de su metalenguaje. Saberlo todo sobre la tecnología lleva tiempo, concentración, aislamiento; el precio de ese conocimiento muchas veces es sufrir la inadaptación social, haber experimentado la marginación, el rechazo de los felices ignorantes.

El hacker —al menos en la ficción— siempre se presenta con un minicomponente de fracaso social y, por ende, tiene bastante de antihéroe. Ante el rechazo, se rehace a sí mismo en un mundo marginal donde prima un saber-hacer que le granjea respeto, le cura algunas heridas sociales y le devuelve la autoestima, le confiere una identidad, un poder y un propósito superior.

¿Anarquistas informáticos? ¿Nerds vengativos? ¿Justicieros marginales? ¿Exhibicionistas del código que, tras conseguir notoriedad, venden sus habilidades a las corporaciones? ¿Freaks, criminales, piratas? ¿Revolucionarios? ¿Un poco de todo? Hoy los hackers son nuestros antihéroes tecno-románticos. Pero, ¿románticos como caballeros andantes que ayudan a damas en apuros, o como piratas que las secuestran?

 

El hacker de Mr. Robot

El límite es dudoso porque, en cierto punto, las prácticas ideales de los hackers se superponen con las acciones criminales de los crackers. La serie Mr. Robot es un buen ejemplo de ese dilema ético, otra variante de la eterna discusión sobre si “el fin justifica los medios”. Queda claro que las categorías finalmente dependen del lado en que está cada quien (al fin y al cabo, Ulises también fue un héroe, aunque no para los troyanos).

Mr-Robot

[Atención: spoilers]. En el guión de Mr. Robot, el uso del actual contexto tecnológico y sus posibles aplicaciones me resultó infinitamente más interesante que el recurso del “narrador-no-confiable-porque-está-mentalmente-alterado” (éste, por demasiado visto y conocido desde El club de la pelea, hace que esa parte de la trama se vuelva previsible ya desde el tercer episodio).

Y sí, además de ése la serie tiene otros robos —V de Vendetta, American Psycho—, pero aun así creo que todos esos rip-offs están bien concertados entre sí para que digamos: ok, adelante, sigo mirando porque el asunto es interesante, róbame mi dinero (qué dinero, si la bajé).

Rami Malek realiza un trabajo impecable en la caracterización del protagonista, y la fotografía aporta al rectángulo de la TV varias composiciones que caen fuera de lo común.

 

Whitehats, blackhats y otros hackers del cine

Esa moral tan volátil y malinterpretable que se les atribuye a los hackers resulta en extremo seductora para incorporarlos a la ficción. La escala que los gradúa según sus intenciones va desde los de “sombrero blanco” —whitehats, cercanos al virtuosismo que planteaba Himanen en su libro—, hasta el extremo criminal de los crackers, o hackers de “sombrero negro” (blackhats).

Precisamente la última película de Michael Mann se titula Blackhat. En ella, Chris Hemsworth es un hacker convicto al que sacan de prisión para que ayude a desbaratar una red mundial de cibercriminales. La trama deriva hacia el thriller y Hemsworth —más conocido como Thor— está más cerca del héroe que del antihéroe tecno-romántico que todo hacker es; no logra incorporar el componente específico de inadaptación social del hacker tan bien como, por ejemplo, Noomi Rapace y Rooney Mara en sus respectivas interpretaciones de Lisbeth Salander, la inflamable protagonista de la saga Millenium, del sueco Stieg Larsson.

Noomi-Rapace-como-Lisbeth-Salander

En un vano intento de actualización, Duro de matar 4.0 introdujo a un joven hacker que realzaba a John McClane como héroe de acción de la vieja escuela: cero tecnología y puños. Uno que sabe y otro(s) que ignora(n): con la misma división, y si se amplía el rango de fantasía tecnológica, también pueden considerarse Matrix y Ghost in the Shell dentro del grupo de ficciones con hackers, o cuyos argumentos se basan en la lógica informática.

Entre los documentales, hay que mencionar al menos dos. We Are Legion (2012), sobre el trabajo y las creencias del colectivo “hacktivista” Anonymous; y el oscarizado e imperdible de Laura Poitras sobre Edward Snowden, Citizenfour (2014), un verdadero documento histórico sobre el espionaje informático en nuestros días.

 

Computer jockeys

Otra de ficción, clásica: Juegos de guerra. El personaje de Matthew Broderick no era estrictamente un hacker, sino un chico talentoso que lograba ingresar al sistema de una computadora militar; creyendo que era un videojuego, casi detonaba una tercera guerra mundial.

Broderick-Juegos-de-guerra-War-games

La película es de 1983, y rezuma el espíritu de su época: no sólo por la amenaza de la guerra fría, sino también porque, por esas fechas pero en literatura, la figura del hacker y sus potencialidades se agigantaban con el arribo de la corriente cyberpunk a la ciencia ficción.

William-Gibson-Neuromante-Minotauro-tapa-duraFue sobre todo por William Gibson y su novela Neuromante (1985) que el hacker/cracker se coló al centro del imaginario ficcional del mundo. En Neuromante, Case es un computer jockey, un humano con implantes tecnológicos que le permiten conectarse directamente a la computadora y así ver el universo de datos como un paisaje. Fue en esta novela donde Gibson acuñó el término “ciberespacio”; el autor ensancharía este universo ficcional en Conde Cero y Mona Lisa acelerada.

Otro relato gibsoniano, “Johnny mnemónico”, pasó al cine con Keanu Reeves en el papel de un tipo que se alquila como disco duro externo: almacena data digital de la mafia japonesa en un implante cerebral. El relato está compilado en Quemando cromo (1986); el cuento que da título a ese libro también tiene por protagonistas a dos hackers: uno representa el software, y el otro —un cyborg—, el hardware.

Haruki-Murakami-El-fin-del-mundo-y-un-despiadado-pais-de-las-maravillasTambién en 1985, pero en un registro menos tecno —mucho más ligero, fofo y fantástico—, Haruki Murakami publicaba El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas. Una de las dos líneas argumentales entrelazadas en esta abultada novela tiene por narrador a un informático que (oh casualidad) almacena datos ajenos en su inconsciente. Será víctima de la lucha entre el “Sistema” estatal y el grupo clandestino de los “Semióticos”.

Un digno heredero de Gibson es Neal Stephenson. En 1999 publicó una novela considerada de culto para los hackers: Criptonomicón. Menos futurista que de actualidad tecnológica (deslizamiento en el que Gibson también fue pionero), sus 918 páginas abarcan buena parte de la historia de la criptografía, trenzando dos líneas temporales: una arranca en la Segunda Guerra Mundial, con hechos que hoy se han difundido gracias a El código Enigma, la película sobre Alan Turing; y la otra, en el presente, cuando unos jóvenes tecno-empresarios intentan crear un gigantesco reservorio de datos y dinero digitales en una isla cercana a las Filipinas. En castellano, la novela salió en tres tomos, cada uno con el nombre de un código: Enigma, Pontifex y Aretusa.

Neal-Stephenson-Criptonomicon-castellano-spanish

Aunque didáctico, el libro es exigente: muchas veces Stephenson no resiste la tentación de escribir “en difícil” (y no me refiero sólo a la terminología técnica).

Pola-Oloixarac-Las-constelaciones-oscurasAlgo parecido sucede en Las constelaciones oscuras (2015), de la argentina Pola Oloixarac: exploradores en 1882; hackers en desarrollo, nacidos en 1983; y por fin el año 2024, cuando se lleva a cabo desde Bariloche el proyecto de informatizar el ADN de millones de personas, con la posibilidad de trazar derroteros de vida y realizar un control total sobre la población. Con una prosa rebuscada que entrecruza jergas y referencias cultas, este tardío revival ciberpunk puede resultar tan interesante como agotador.

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Una versión corta de este artículo se publicó en La Voz (Córdoba, 1º de noviembre de 2015).

Lenta biografía literaria (5/6)

Por Martín Cristal
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Continúo la serie de posts donde, a modo de «biografía literaria», comparto una versión extendida del texto con el que colaboré en el Nº 10 de los Cuadernos de la Biblioteca Córdoba, acerca de las obras que fueron puntos de inflexión en mi derrotero de lector-escritor.
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[Leer la parte 1 | Leer la parte 2 | Leer la parte 3 | Leer la parte 4]
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Cae la noche tropical, de Manuel Puig

Manuel-Puig-Cae-la-noche-tropical29 años | Leer para aprender cómo se hacen diálogos perfectos. ¿Cómo consigue Puig que los personajes sean tan vívidos sin acotaciones del narrador? Con lenguaje allanado a conciencia para ser coloquial y, al mismo tiempo, comprensible, con la información dispuesta para que sea tan natural para ellos (en lo que hace a los sobreentendidos que manejan) como interesante para el lector (develándole de a poco las relaciones interpersonales, los conflictos, el argumento). Es teatro pero sin un director; en otras palabras: es la vida.

Por esa trabajada sencillez, hay quien piensa que la profundidad en la obra de Puig es escasa (el señorón de Mario Vargas Llosa es un caso célebre). Por el contrario, yo creo que tiene gran hondura, pero no intelectual, sino emocional, o incluso sentimental. Sus personajes —que también viven en el extranjero, como lo hizo Puig, y como yo cuando la leí— me calaron hondo como si hubieran sido personas de carne y hueso a las que hubiera conocido.
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Cuentos completos, de Isidoro Blaisten

Isidoro-Blaisten-Cuentos-completos32 años | Blaisten demuestra que la división entre “lo popular” y “lo culto” no tiene mucho sentido, y que en todo caso no tienen por qué ser compartimentos estancos (en mis textos trato de practicar ese intercambio de referencias, claro que sin abusar). Su humor tampoco se resiente por el feliz hallazgo de formas sofisticadas para dar cauce a relatos magistrales como “Violín de fango”, “El tío Facundo”, “Mishiadura en Aries”, “Dublín al Sur”, “A mí nunca me dejaban hablar”, “Cerrado por melancolía” o “Versión definitiva del cuento de Pigüé”, entre otros. (Más tarde reencontré una ironía similar a la de Blaisten en algunos cuentos de Hebe Uhart, aunque apoyada en una prosa y una estructura narrativa en apariencia más sencillas). Por supuesto, también me identifico con la cultura judía que subyace en muchos de estos relatos.
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Diez clásicos universales

Ulises-James-Joyce33-35 años | En estos años decidí encarar una selección personal de diez autores clásicos universales, depurados de una larga lista. Los que más me impactaron fueron la Ilíada (ya conocía la Odisea); el Quijote; la Divina comedia; varias obras de Shakespeare (sobre todo Hamlet, Romeo y Julieta y El mercader de Venecia) y el Ulises de Joyce. También releí el Martín Fierro.

Me gustaron un poco menos, la Eneida de Virgilio; Madame Bovary de Flaubert; y Crimen y castigo de Dostoievski. Poco y nada: el Werther de Goethe, aunque subrayé varias partes; y su Fausto me pareció directamente horrible.

En las shortlists la polémica siempre se instala en la arbitrariedad del límite. Cumplo en agregar entonces que el autor número once de mi lista fue Thomas Mann, quien también tuvo su chance y de cuya montaña mágica me bajé en la página 400 (no descarto volver a ella algún día); el doceavo fue Marcel Proust, con quien apliqué una lectura experimental que resultó muy disfrutable. Tras este paréntesis clásico, continué con mi secuencia variada de lecturas.
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La conciencia de Zeno, de Italo Svevo

Italo-Svevo-La-conciencia-de-Zeno34 años | Conecta con Fante en la honestidad brutal con que sus (rimados) narradores —Cosini y Bandini— se observan a sí mismos. Pero el Zeno Cosini de Svevo llega mucho más hondo y a la vez desborda de humor, incluso en las escenas más patéticas, como aquélla del cachetadón que le da el padre moribundo justo antes de fallecer.

“¡Escriba! ¡Escriba! Y verá que llegará usted a descubrirse por completo”, le dice el doctor a Zeno, quien no ceja en su intento de autoexplorarse, sin solemnidad alguna. Esa introspección no aburre en sus propios recovecos porque jamás para de narrar, siempre con prosa transparente (la única parte cuyo tono difiere del resto es la última). Antes de escribir cualquier cosa —en especial si va a ser realista y en primera persona— uno debería darse un baño en las páginas de este libro.
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[Continuará en el próximo post].

La Ilíada en gráficos: Índice

Por Martín Cristal

Desde acá se puede acceder a todos los gráficos sobre la Ilíada de Homero que publiqué entre 2009 y 2010 en El pez volador. Se trata de una serie de esquemas y notas sobre la progresión del combate, canto por canto. Sólo representé aquellos cantos en los que griegos y troyanos luchan, dejando a un lado los cantos donde se narran otras acciones (con alguna que otra excepción). Para saber más sobre esta serie de diagramas se puede leer mi introducción a este proyecto, el cual no pretende reemplazar la lectura de la obra, sino sólo servir como herramienta para su análisis o relectura.


Canto II

1. Catálogo de las naves griegas.
2. Aliados de los troyanos.
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Cantos III y IV
Duelo Paris-Menelao.
Inicio de la batalla.
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Canto V
Las hazañas de Diómedes.
..

Cantos VI y VII

La batalla continúa.
Duelo Héctor-Áyax.
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Canto VIII
Combate interrumpido..

Canto X
Misión nocturna (Dolonía)..

Canto XI
Hazañas de Agamenón..

Canto XII

En la muralla griega..

Canto XIII
Dentro del campamento griego..

Canto XIV
Los griegos reaccionan..

Canto XV
Contraataque troyano..

Canto XVI
Gloria y muerte de Patroclo..

Canto XVII
Lucha por el
cadáver de Patroclo.

.
.

Canto XX
Duelos entre dioses;
duelo Eneas-Aquiles;
Aquiles vuelve a la batalla.
.

Canto XXI
Combate en el río..

Canto XXII
Muerte de Héctor..

Canto XXIII
Juegos en honor de Patroclo..

Bodycount
Las bajas de ambos ejércitos..

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Todos los esquemas fueron dibujados por mi en Adobe Illustrator durante el año 2006, siguiendo la versión de Thomas Murau sobre el texto establecido por T. W. Allen en Homeri Opera (Oxford, 1967). La edición que consulté es la de Terramar Ediciones (La Plata, 2004).

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Ilíada: Bodycount

Por Martín Cristal

Al hacer los esquemas de la Ilíada, los cuales he ido presentando a lo largo de un año en El pez volador, contabilicé las bajas de ambos ejércitos. Si no me equivoco en mis cálculos, en el texto se detallan (dando el número certero o incluso el nombre y apellido del guerrero muerto) 45 bajas griegas. Las bajas troyanas son 231.

¿Quiénes son los guerreros más letales? Aquí los resultados de cada bando. Primero los griegos principales:

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Iliada-Bodycount-1

No cabe duda de que los mirmidones eran los más duros de todos. Si Patroclo se lleva la palma es sólo porque de Aquiles no se especifican siempre las cantidades (de él se dice varias veces que “mato a muchos”, pero no a cuántos exactamente). Otro que estaba cabrón era Diómedes Tidida. Áyax Telamonio y Odiseo Laertíada siempre anduvieron parejos, como lo demuestran estos números y también el resultado de su lucha en los juegos del funeral de Patroclo. De las fuerzas parejas de ambos se puede deducir el carácter de “desafío y desempate” que tuvo su enfrentamiento final, luego de la muerte de Aquiles, cuando ambos héroes se trenzaron para dirimir quién se quedaría con las armas del semidiós. El desenlace de esa contienda lo cuenta Sófocles en su drama Áyax.

Otros griegos, no tan importantes en el relato de la Ilíada, también suman a la hora de los bifes. Es el caso de uno de los hijos de Néstor, Antíloco, o del escudero Meriones, que en los números resulta tan mortífero como su amo, Idomeneo de Creta:

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Iliada-Bodycount-2

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Los números de los troyanos, más escasos, dejan ver claramente que éstos eran muy “Héctor-dependientes”. Mientras que el ejército griego se reparte las bajas entre varios de sus héroes, la mitad de las bajas conseguidas por los troyanos se le adjudican a Héctor (Eneas queda en un lejano segundo puesto):

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Iliada-Bodycount-3

Con esta entrada termina la serie de esquemas que hice sobre la Ilíada a modo de apuntes que pudieran dar cuenta de la progresión del combate más famoso de todos los tiempos. Estos esquemas no pretenden sustituir la lectura del texto, sino quizás funcionar como apoyos adicionales para la relectura. Aquí una entrada que funciona a modo de índice para todos los esquemas.

Ilíada: apuntes del Canto XXIII

Por Martín Cristal

Juegos en honor de Patroclo

Las exequias de Patroclo incluyen competencias: carreras en carro y a pie, combates armados y a mano limpia, pruebas de fuerza… Aquí los resultados:

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Iliada-Canto-XXIII

En la próxima entrega cerramos la serie de esquemas sobre la Ilíada con el bodycount final: quiénes son los guerreros más mortíferos de cada bando. A no perdérselo…

Ilíada: apuntes del Canto XXII

Por Martín Cristal

Muerte de Héctor

Los troyanos, en franca retirada desde el regreso de Aquiles, han vuelto corriendo a refugiarse dentro de las murallas de Ilión (Troya). El último en llegar de vuelta es, lógicamente, quien a la ida había sido el primero: Héctor. No alcanza a entrar en la ciudad ni pide que le abran las puertas. Aquiles lo encuentra afuera y comienza la famosa persecución alrededor de la muralla… Engañado por los dioses y alcanzado por Aquiles, Héctor lucha y muere. Aquiles humilla su cadáver y se lo lleva. Más tarde, el rey Príamo se arriesgará en territorio enemigo para rogarle a Aquiles la devolución del cadáver de su hijo Héctor. Aquiles, conmovido, accederá a devolvérselo.

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Iliada-Canto-XXII

¿Por qué es inmortal el relato de esta lucha despareja entre un hombre y un semidiós? Porque en esa desigualdad están cifrados el valor y la libertad del hombre, cosas que nos emocionan a todos, desde Homero hasta los que vivimos en el siglo XXI. Esa emoción nos lleva a contar este combate una y otra vez.

En Ética para Amador, Fernando Savater utiliza una sencilla comparación para arribar al concepto de libertad (esencial para comprender el de ética). El primer término de esa comparación vienen a ser las termitas, que al ver su hormiguero destruido por alguna causa externa, salen automáticamente a defenderlo: las termitas-obrero reconstruyen la brecha abierta en la tierra, mientras que las termitas-soldado defienden el nido de otras hormigas enemigas, mucho más corpulentas, que aprovechan la ocasión para atacarlo. Sobre las termitas-soldado, Savater se pregunta: «¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?». En seguida, el filósofo pasa al segundo término de su comparación: la lucha de…


…Héctor, el mejor guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas-soldado, cuya gesta millones de veces repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil que el de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?

Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas-soldado luchan y mueren porque tienen que hacerlo, sin poderlo remediar (como la araña que se come a la mosca). Héctor, en cambio, sale a enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas-soldado no pueden desertar, ni rebelarse, ni remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él. Quizá sus conciudadanos le llamasen cobarde y le tuviesen por un caradura o quizá le preguntasen qué otro plan se le ocurre para frenar a Aquiles, pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan, él siempre podría escaparse de lo que se supone que debe hacer: no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que tenga mérito su gesto y que Homero cuente su historia con épica emoción. A diferencia de las termitas, decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor.

Lo interesante al leer el Canto XXII de la Ilíada es que efectivamente vemos que muchas de las motivaciones de Héctor para enfrentar a Aquiles provienen de la presión social, y no tanto de un mero «sentido heroico incorporado» en el guerrero troyano:


Y gimiendo, a su magnánimo espíritu
[Héctor] le decía: —¡Ay de mí! Si traspongo las puertas y el muro, el primero en dirigirme reproches será Polidamante, el cual me aconsejaba que trajera el ejército a la ciudad la noche en que Aquiles decidió volver a la pelea. Pero yo no me dejé persuadir —mucho mejor hubiera sido aceptar su consejo—, y ahora que he causado la ruina del ejército con mi imprudencia, temo a los troyanos y a las troyanas, de rozagantes peplos, y que alguien menos valiente que yo exclame: «Héctor, fiado en su pujanza, perdió las tropas».

Así hablarán; y preferible fuera volver a la población después de matar a Aquiles, o morir gloriosamente ante la misma. ¿Y si ahora, dejando en el suelo el abollonado escudo y el fuerte casco y apoyando la pica contra el muro, saliera al encuentro de Aquiles, le dijera que permitía a los Atridas llevarse a Helena y las riquezas que Alejandro trajo a Ilión en las cóncavas naves, que esto fue lo que originó la guerra, y le ofreciera repartir a los aqueos la mitad de lo que la ciudad contiene; y más tarde tomara juramento a los troyanos de que, sin ocultar nada, formarían dos lotes con cuantos bienes existen dentro de esta hermosa ciudad?

… Mas ¿por qué en tales cosas me hace pensar el corazón? No, no iré a suplicarle; que, sin tenerme compasión ni respeto, me mataría inerme, como a una mujer, tan pronto como dejara las armas. Imposible es conversar con él desde lo alto de una encina o de una roca, como un mancebo y una doncella: sí, como un mancebo y una doncella suelen conversar. Mejor será empezar el combate, para que veamos pronto a quién el Olímpico concede la victoria. (Ilíada, XXII, 98-130).

Incluso en esto, el gran Héctor no deja nunca de ser un hombre: lleno de dudas y debilidades, vulnerable al punto de pensar en el qué dirán y perderse en cálculos mezquinos antes de asumir lo que finalmente hará. El héroe es de carne y hueso: esto es lo que me emociona. Si se comparan estos motivos para pelear contra una fuerza superior y los motivos iniciales de Aquiles para no pelear contra los troyanos, los de Aquiles nos parecen el berrinche de un niño caprichoso; no son nada junto a la respetable resolución de un hombre valiente que sale a enfrentarse con su destino.

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Ilíada: apuntes del Canto XXI

Por Martín Cristal

Combate en el río

En el Canto XXI, Aquiles avanza hacia el río Escamandro (o Janto), próximo a la ciudad de Ilión (Troya); toma algunos prisioneros para inmolar en el funeral de Patroclo y luego inicia una matanza en las mismas aguas del río. Sólo un guerrero —Asteropeo, el ambidiestro— consigue herirlo en un brazo al arrojarle dos lanzas a la vez; sin embargo, Aquiles lo liquida al instante. El dios del río, furioso porque la parva de cadáveres es tan grande que ha desviado el curso del agua, persigue a Aquiles. Otros dioses que favorecen al héroe lo salvan de la furia del río. El canto prosigue con otra escaramuza entre los dioses del Olimpo y el engaño con el que Apolo logra distraer a Aquiles para que los guerreros troyanos, en franca retirada, tengan tiempo de refugiarse tras las murallas de Troya.

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Iliada-Canto-XXI

Ilíada: apuntes del Canto XX

Por Martín Cristal

Duelos entre dioses, semidioses y hombres

a) Duelos entre dioses: El enfrentamiento entre los hombres depende del enfrentamiento entre los dioses. En el Canto XX hay combates individuales entre ellos. En el esquema se ven, del lado izquierdo, los que favorecen a los troyanos; y, del derecho, a los griegos.

b y c) Duelo Eneas-Aquiles; Aquiles vuelve a la batalla:
Eneas se le anima al semidios Aquiles; éste, luego de la muerte de Patroclo, ha olvidado su enojo y ha vuelto a la batalla con armas nuevas (esto se cuenta en los Cantos XVIII y XIX). Eneas y Aquiles pelean mano a mano; Eneas moriría de no ser por la intervención de uno de los dioses. La furia de Aquiles se desata: aunque todavía no le es permitido enfrentarse a Héctor, Aquiles mata a muchos troyanos.

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Iliada-Canto-XX

Ilíada: apuntes del Canto XVII

Por Martín Cristal

Lucha por el cadáver de Patroclo

En el canto anterior, la lucha era por el cadáver de Sarpedón. En el XVII sucede lo mismo, pero en torno del cadáver de Patroclo. Menelao y los dos Áyaces defienden el cadáver de Patroclo y lo rescatan de las manos troyanas, aunque desarmado: Héctor ya lo ha despojado de sus armas (las cuales en realidad pertenecen a Aquiles).

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Ilíada: apuntes del Canto XVI

Por Martín Cristal

Gloria y muerte de Patroclo

En el Canto XVI hay dos momentos, a saber:

a) Patroclo rechaza al enemigo: Los troyanos quieren incendiar los barcos griegos, para poner fin a nueve años de guerra, y de hecho Héctor consigue prenderle fuego a una de las naves. Éste es el punto en que Troya está más cerca que nunca de una victoria que jamás conseguirá, porque así lo dispone Zeus y porque Patroclo, líder de los mirmidones ante la ausencia de Aquiles, decide portar las armas de éste y defender a sus camaradas griegos. Patroclo apaga el fuego e inicia una matanza de troyanos. Entre los caídos se cuenta a Sarpedón, el líder licio, aliado de Troya.

b) Muerte de Patroclo: El combate se traslada alrededor del cadáver de Sarpedón. Cuando un héroe muere, el enemigo quiere quitarle las armas para quedárselas como botín de guerra, y también llevarse el cadáver para que los compatriotas del caído no puedan enterrarlo con honores; por eso el combate es duro en torno del líder licio. Patroclo viene hecho una máquina de matar, pero el dios Apolo lo desarma; luego Euforbo lo hiere, y por fin Héctor lo remata. Apolo salva el cadáver de Sarpedón.

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Ilíada: apuntes del Canto XV

Por Martín Cristal

Contraataque troyano

En el Canto XV, los troyanos contraatacan, con la ayuda de Apolo. Así llega la peor hora de los griegos, acorralados ahora contra sus propios barcos. Se destaca la defensa titánica de Áyax Telamonio.

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Ilíada: apuntes del Canto XIV

Por Martín Cristal

Los griegos reaccionan

La situación parece empeorar para los griegos. Se encuentran atrapados entre las espadas de Troya y el mar. Muchos de sus guerreros principales están heridos. Sin embargo, el dios Zeus —que apoya a los troyanos— es engañado por Hera y el Sueño, y entonces los griegos consiguen rechazar al enemigo. Héctor es herido de una pedrada y salvado por sus hombres. Áyax Oileo persigue, hiere y mata a muchos de los que se retiran.

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Ilíada: apuntes del Canto XIII

Por Martín Cristal

Dentro del campamento griego

En el Canto XIII, los troyanos han atravesado la muralla griega y pelean en la playa, junto a las naves griegas. Si logran prenderles fuego a esos barcos, nueve años de guerra llegarán a su fin y el invasor será expulsado. El combate en este canto es complejo. Entre los hijos de Príamo, se destacan las acciones de Deífobo. Entre los griegos que defienden el campamento se lucen Idomeneo de Creta y su escudero, Meriones. [En el esquema, la acción comienza donde está la estrella roja]:

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Ilíada: apuntes del Canto XII

Por Martín Cristal

En la muralla griega

Canto XII: Los troyanos tienen a los griegos acorralados contra la muralla de su campamento, en la playa. Los griegos Polipetes y Leonteo se destacan en la defensa de una de las puertas pero, en otra parte de la muralla, el licio Sarpedón abre una brecha. Héctor consigue vencer en otra de las entradas e irrumpe en el campamento con sus hombres.

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Ilíada: apuntes del Canto XI

Por Martín Cristal

Hazañas de Agamenón

Así como Diómedes se luce guerreando en el Canto V, en el Canto XI lo hace Agamenón, aunque en menor medida. Paris hiere a muchos a flechazos, entre ellos a Diómedes, que se retira. Odiseo también se destaca, hasta que es herido y, en retirada, salvado por Menelao. Aunque se mencionan muchas bajas troyanas y actos valerosos de los griegos, en general en este canto los que avanzan son los troyanos; los griegos retroceden hacia la playa, donde está su campamento.

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