Soundtrack de Se está haciendo tarde (final en laguna), de José Agustín

Una relectura musical

Cuando viví en México, leí con placer la novela de José Agustín Se está haciendo tarde (final en laguna); lo hice en la edición de 2001 de Joaquín Mortiz. Disfruté de la frescura del texto, intacta a partir de su manejo del lenguaje coloquial. Admiré la representación epocal y generacional, manifiesta no sólo en esas formas del habla mexicana, sino también en la manera de expresar la diversión (las vicisitudes del consumo de drogas, el “reventón”); también la libertad de los juegos tipográficos y la ambición joyceana de seguir el adentro/afuera de los personajes a lo largo de un solo día, estructurado en escenas casi teatrales. Y por supuesto me divertí con su sentido del humor, que aparece aquí y allá y es capaz de convivir con el azoramiento, la tristeza y el puro malviaje.

Al volver a la Argentina, no me traje el ejemplar: craso error. Por suerte, hace un par de años, en la Feria del Libro de Córdoba, pude conseguir la edición conmemorativa de Nitro/Press (México, 2017), la cual incluye valiosos materiales adicionales. Pensaba leer sólo esa sección de extras, pero terminé releyendo la novela completa.

En la relectura del libro el placer fue aún mayor, en parte por el reencuentro con su propia variante de la lengua mexicana (la juvenil-rockera de los años sesenta/setenta) y en parte porque ahora, con Google, pude bucear sin demora en las abundantísimas referencias musicales de la novela respecto del rock de aquellos años. Son tantas las menciones de bandas, discos, canciones y letras que pensé que podría confeccionarse un verdadero soundtrack para las aventuras de Rafael, Virgilio y sus amigos.

Las bandas de rock que José Agustín menciona son anteriores a mi propia existencia (nací en 1972, seis meses después de que él terminase este libro). A algunas las conocía, pero a varias nunca las había escuchado hasta ahora. Buscarlas en YouTube y escucharlas, sólo eso, ya me significó una gran ganancia. Por cierto, mi disco favorito entre los nuevos que escuché —nuevos para mí se entiende— es It’s a Beautiful Day (1969), de la banda homónima. Precioso.

Infografía: recorrido geográfico y musical de Se está haciendo tarde (final en laguna)

Así que, por las puras ganas de hacerla, terminé diseñando la siguiente infografía. Me ayudé con Google Maps; no conozco tanto Acapulco, donde he estado sólo un par de veces (y, claro, nunca a principios de los setenta). Las referencias, entonces, son aproximadas.

Recomiendo ampliar el gráfico para verlo en detalle.

 

Posdata sobre el tiempo de la acción

La acción de Se está haciendo tarde… transcurre en un día, desde las 6:00 de la mañana hasta el anochecer. El texto no especifica mes o año exacto; sólo dice, en la primera página, “a principios de los años setenta”.

Al relevar la discografía, descubrí que los álbumes más recientes que aparecen en el texto son de 1970. Salvo error u omisión de mi parte, no hay ninguno de 1971 ni de 1972, aunque el autor dató el cierre del proceso de escritura a fines de abril de 1972.

Pero resulta que aparece un disco de 1973: Wilson Pickett’s Greatest Hits. Así, la acción de la novela tendría que transcurrir, como muy temprano, en 1973. Sin embargo, eso sería un año después de que José Agustín terminó de escribirla… lo cual resulta por lo menos extraño. ¿Habrá sido agregado más tarde, ese disco? Tras consultar la discografía de Pickett en Wikipedia me inclino a pensar que José Agustín tal vez incluyó ese compilado del músico pensando en otro anterior, que tiene un nombre bastante parecido: The Best of Wilson Pickett, de 1967. Por cierto, en ambos compilados se incluye el tema “Funky Broadway”, mencionado en la novela.

Si este último fuera el caso, entonces podría decirse que la acción transcurre, más lógicamente, en 1970… pero, atención: el más reciente de los discos de ese año mencionados en el texto es The Worst of Jefferson Airplane, una recopilación publicada en noviembre de 1970. Así que, o bien la acción tiene lugar en noviembre/diciembre de 1970, con el disco de Jefferson Airplane recién salido del horno, o —más holgadamente— todo sucede a principios de 1971, cuando los personajes todavía no han adquirido discos o cassettes aparecidos en ese mismo año.

(Por cierto: creo detectar otro posible desliz en la atribución del álbum Atmosphères a Édgar Varèse, el cual no conseguí ubicar vía Google. Se me ocurre que quizás se trata de una confusión con uno de György Ligeti, muy conocido en los sesenta porque Stanley Kubrick lo usó en parte para su película 2001: Una odisea espacial. Si alguien puede aclararme este punto, se lo agradeceré).

Y si alguien ya hizo (o se anima a hacer) una lista de Spotify o de YouTube con el soundtrack completo, se agradecerá mucho que comparta el enlace en los comentarios.

Actualización del 13/7/19: Isaac Meléndez se animó ¡y creó la lista de Spotify! Pueden escucharla en este enlace.

Mapas literarios. Tierras imaginarias de los escritores, por Huw Lewis-Jones (ed.)

Por Martín Cristal

Locos por los mapas

La edición de Mapas literarios: tierras imaginarias de los escritores es lujosa: trae 167 ilustraciones a color en un señor papel de 21 x 30 cm, con tapas enteladas y sobrecubierta. Puede resultar muy cara para el pauperizado bolsillo argentino; sin embargo, a quienes les fascinen los mapas de tierras imaginarias (o reales pero no del todo exploradas) sin duda este libro les parecerá irresistible.

Su compilador es Huw Lewis-Jones (Inglaterra, 1980), historiador de la exploración y doctor por la Universidad de Cambridge. También es director de arte, editor y autor de otros libros relacionados con la exploración del Ártico, el Everest y la Antártida.

Dos docenas de autores —incluido él mismo— aportan ensayos histórico-filosóficos, crónicas y memorias personales sobre el asunto de los mapas. Están, entre otros, David Mitchell (El atlas de las nubes), Cressida Cowell (Cómo entrenar a tu dragón), Philip Pullman (La materia oscura, trilogía base para la película La brújula dorada) y Brian Selznick (La invención de Hugo Cabret). También diseñadores como Miraphora Mina o Daniel Reeve, responsables de los mapas en las películas de Harry Potter o El hobbit, respectivamente.

Mapa de la Tierra Media para la película de El señor de los anillos. Daniel Reeve hizo un pequeño cambio respecto del original de los libros: «El golfo de Lune, en Eriador, ahora guarda un ligero parecido con el puerto de Wellington, en Nueva Zelanda», país donde se filmó la película (Reeve es neozelandés) [pág. 164 del libro].

No es un tratado exhaustivo sobre la cartografía; el conjunto de los textos resulta más variopinto que sistemático (por ejemplo hay algunos conceptos que se repiten a lo largo del libro). La ventaja es que así el lector circula por sus páginas con total libertad, zigzagueando entre los artículos, salteándose alguno según su curiosidad o hilando la lectura desde la exploración preliminar de las ilustraciones.

Porque, por muy interesante que sean algunos textos (o descubrir que aquella idea borgeana del mapa en escala 1:1 ya estaba en la última novela de Lewis Carroll), la verdadera gloria de este libro son los mapas. Entre los ficcionales muestra un grabado de 1518 con la isla Utopía, de Tomás Moro. Hay un corte de los círculos dantescos pintado en pergamino por Botticelli. Están la isla de Crusoe, tal como apareció en la edición de 1720, y el mapa del tesoro de Stevenson y el que Rider Haggard incluyó en Las minas del rey Salomón. El condado de Yoknapatawpha dibujado por Faulkner, y el plano del estanque Walden, de Thoreau. La hojita de una libreta en la que Jack Kerouac dibujó los viajes de En el camino. El bosque de Winnie The Pooh (¡creado en 1926!), la Neverland de Peter Pan, el reino de Oz y el mapa que abría las historietas de Astérix.

Y Terramar, de Úrsula K. Le Guin. Y los Siete Reinos de George R. R. Martin. Y muchas versiones de Ásgard, de Narnia y de la Tierra Media de Tolkien. Y dos portentosas infografías sobre Moby Dick y Huckleberry Finn. Incluso los mapas de juegos de rol como el primigenio Calabozos y dragones tienen su lugar en este libro, en la medida en que también son ficciones (interactivas).

Infografía (portrait map) sobre la novela Moby Dick, de Herman Melville. Diseño de Everett Henry realizado en 1956 para «una imprenta que deseaba presumir de sus tintas de alta calidad». Ese mismo año se había estrenado la versión fílmica de la novela, con Gregory Peck como el Capitán Ahab [pp. 30-31 del libro].

Todos estos mapas ficcionales —algunos no incluidos en las ediciones de los libros, sino tomados de los cuadernos donde los autores pergeñaron sus obras— se alternan con otros históricos, de territorios verdaderos. Esa intercalación evidencia como el mapa imaginario intenta pasar por real —de ahí que haya autores de ficción que basan sus territorios fantasy en mapas carreteros actuales—, pero también cómo los mapas reales siempre incorporaron elementos imaginarios, al menos antes de arribar a la frialdad práctica del GPS y Google Maps. El mundo se exploraba sobre el terreno, sin satélites y paso a paso; siempre quedaban zonas por descubrir. ¿Qué dibujar ahí?

Según Aldo Leopold, “para aquellos que no tienen imaginación, un lugar en blanco en el mapa es un desperdicio; para los demás es la parte más valiosa”. Una palabra que rima con “misteriosa”, pero también con “peligrosa”.

Así, en su mapamundi del siglo XVI, Abraham Ortelius escribe, sobre todo el continente blanco del sur: terra australis nondum cognita (“tierra austral todavía no conocida”).

Theatrum Orbis Terrarum de Abraham Ortelius (1570). Uno de los mapas más conocidos del siglo XVI. «En el sur hay un continente enorme basado en mitos y rumores» [pp. 24-25 del libro].

Ortelius también rodea a su volcánica Islandia con monstruos marinos amenazantes, basándose en historias danesas y cuentos tradicionales. La leyenda “aquí hay dragones” (hic sunt dracones) se consignaba en esas zonas misteriosas de los mapas antiguos para decir: cuidado, este lugar está inexplorado. De él sólo tenemos mitos y leyendas.

Con el título original de The Writer’s Map, este deslumbrante compendio de Lewis-Jones se editó simultáneamente en varios idiomas. No debe ser confundido con otro libro vistoso para la mesita del living. Mapas literarios es un viaje fascinante por los territorios de la abstracción y por la abstracción de los territorios.

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Mapas literarios: tierras imaginarias de los escritores, edición de Huw Lewis-Jones. Blume, 2018. 256 páginas. Con una versión más corta del presente artículo, recomendamos este libro en el suplemento “Número Cero” de La Voz (Córdoba, 24 de febrero de 2019).

Cien años de soledad, a medio siglo de su primera edición

Diseñé el siguiente gráfico divulgativo —con el árbol genealógico de la familia Buendía— con motivo del 50º aniversario de la primera edición de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez (la cual, según su colofón, se terminó de imprimir el 30 de mayo de 1967). También hice otra versión, mucho más esquemática, para el diario La Voz; se publicó el domingo 28 de mayo de 2017.

[Clic para ampliar]

 

Como todas las infografías literarias de este blog, ésta tampoco pretende reemplazar la lectura del libro, sino ofrecerse como un ayudamemoria para su relectura; por ende, la sinopsis de cada personaje incluye spoilers. Los íconos asignados a los personajes son aproximaciones meramente ilustrativas, no una representación exacta de cada uno de ellos.

Por último, una curiosidad editorial: el ejemplar que García Márquez tiene sobre la cabeza en la foto, no pertenece a la primera edición. Ese diseño de Vicente Rojo debía ser para la primera, pero —según esta nota de la BBC— la obra no llegó a tiempo para la fecha de lanzamiento del libro, por lo que la diseñadora de Sudamericana, Iris Pagano, tuvo que realizar otra portada (la del galeón y los lirios). La imagen de Rojo salió a partir de la segunda edición, tras agotarse muy pronto la primera.

Cervantes, a cuatrocientos años de su muerte

Cervantes-400-aniversarioPor Martín Cristal

Hice el siguiente gráfico divulgativo sobre la vida de Miguel de Cervantes Saavedra a pedido de “Ciudad X”, el suplemento de cultura del diario La Voz de Córdoba, Argentina. Se publicó ayer, por los cuatrocientos años de la muerte del autor de Don Quijote de la Mancha (22 de abril de 1616). [Clic para ampliar]
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En la parte inferior izquierda del esquema figuran las principales fuentes consultadas. Fue fundamental el Resumen cronológico de la vida de Cervantes, de Jean Canavaggio, incluido en la edición online del Quijote dirigida por Francisco Rico y publicada en el sitio del Centro Virtual Cervantes.

1616 también es el año de la muerte de William Shakespeare. Hace un tiempo hice una infografía equivalente sobre su vida y obra. Puede verse aquí.
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Más sobre el Quijote en El pez volador:

A qué edad escribieron sus obras clave los grandes novelistas

Por Martín Cristal

“…Hallándose [Julio César] desocupado en España, leía un escrito sobre las cosas de Alejandro [Magno], y se quedó pensativo largo rato, llegando a derramar lágrimas; y como se admirasen los amigos de lo que podría ser, les dijo: ‘Pues ¿no os parece digno de pesar el que Alejandro de esta edad reinase ya sobre tantos pueblos, y que yo no haya hecho todavía nada digno de memoria?’”.

PLUTARCO,
Vidas paralelas

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Me pareció interesante indagar a qué edad escribieron sus obras clave algunos novelistas de renombre. Entre la curiosidad, el asombro y la autoflagelación comparativa, terminé haciendo un relevamiento de 130 obras.

Mi selección es, por supuesto, arbitraria. Son novelas que me gustaron o me interesaron (en el caso de haberlas leído) o que —por distintos motivos y referencias, a veces algo inasibles— las considero importantes (aunque no las haya leído todavía).

En todo caso, las he seleccionado por su relevancia percibida, por entender que son títulos ineludibles en la historia del género novelístico. Ayudé la memoria con algunos listados disponibles en la web (de escritores y escritoras universales; del siglo XX; de premios Nobel; selecciones hechas por revistas y periódicos, encuestas a escritores, desatinos de Harold Bloom, etcétera). No hace falta decir que faltan cientos de obras y autores que podrían estar.

A veces se trata de la novela con la que debutó un autor, o la que abre/cierra un proyecto importante (trilogías, tetralogías, series, etc.); a veces es su obra más conocida; a veces, la que se considera su obra maestra; a veces, todo en uno. En algunos casos puse más de una obra por autor. Hay obras apreciadas por los eruditos y también obras populares. Clásicas y contemporáneas.

No he considerado la fecha de nacimiento exacta de cada autor, ni tampoco el día/mes exacto de publicación (hubiera demorado siglos en averiguarlos todos). La cuenta que hice se simplifica así:

[Año publicación] – [año nacimiento] = Edad aprox. al publicar (±1 año)

Por supuesto, hay que tener en cuenta que la fecha de publicación indica sólo la culminación del proceso general de escritura; ese proceso puede haberse iniciado muchos años antes de su publicación, cosa que vuelve aún más sorprendentes ciertas edades tempranas. Otro aspecto que me llama la atención al terminar el gráfico es lo diverso de la curiosidad humana, y cuán evidente se vuelve la influencia de la época en el trabajo creativo.

Recomiendo ampliar el gráfico para verlo mejor.

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Ver más infografías literarias en El pez volador.
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Franz Kafka: La metamorfosis, cien años

Kafka
Por Martín Cristal

Hice el siguiente gráfico divulgativo sobre La metamorfosis de Franz Kafka a pedido de “Ciudad X”, el suplemento de cultura del diario La Voz de Córdoba (Argentina). Se publicó el 15 de octubre, por los cien años de la primera edición de este libro extraordinario. [Clic para ampliar]
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En la parte inferior del esquema figuran las principales fuentes consultadas. Además de los libros en papel ahí mencionados, también recurrí a otras fuentes digitales, que linkeo a continuación:


Otros textos que leí sobre Kafka y La metamorfosis, y que resultaron interesantes, aunque no los usé para el gráfico:

William Burroughs es un virus

La-Tempestad-96-BurroughsPor Martín Cristal

Hice el siguiente gráfico divulgativo sobre la vida y obra de William S. Burroughs a pedido de la revista mexicana La Tempestad. Se publicó en el Nº 96 (mayo-junio de 2014), con motivo del 100º aniversario del nacimiento del autor norteamericano.

[Clic para ampliar]

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En una esquina del esquema figuran las principales fuentes consultadas (fueron centrales los prólogos de Carlos Gamerro y Ariel Dilon para La revolución electrónica y La tarea: conversaciones con Daniel Odier, respectivamente). A continuación otras fuentes digitales a las que recurrí:

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Más sobre Burroughs en El pez volador: reseña de La revolución electrónica y La tarea.

William Shakespeare: su vida como teatro

Shakespeare
Por Martín Cristal

Hice el siguiente gráfico divulgativo sobre la vida y obra de Shakespeare a pedido de «Ciudad X», el suplemento de cultura del diario La Voz de Córdoba (Argentina). Se publicó el 24 de abril, un día después del 450 aniversario del nacimiento del dramaturgo inglés. [Clic para ampliar]
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En una esquina del esquema figuran las principales fuentes consultadas (fue particularmente agradable la lectura de Shakespeare, la breve y amena biografía escrita por Bill Bryson). Aprovecho para linkear aquí otras fuentes digitales a las que recurrí, sobre todo en lo relativo al dibujo del teatro The Globe:

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Más sobre el Bardo en El pez volador: Traducir a Shakespeare.

Antología: Obras maestras. La mejor ciencia ficción del siglo XX (I)

Por Martín Cristal

La antología Obras maestras. La mejor
ciencia ficción del siglo XX
(Ediciones B,
Nova; Barcelona, 2007) me brindó un fructífero paseo por el género. Una lectura
más que interesante, dada mi reciente Sci-Fi Fever.

Conocemos el pecado de toda antología: aun declaradas sus mejores intenciones, al final nunca son todos los que están ni están todos los que son. Por eso valoro que, en la introducción del libro, Orson Scott Card —encargado de la selección y la presentación de los autores— explique cuáles fueron sus limitaciones y su criterio a la hora de darle forma a este compilado, y que no se dedique sólo a defender su visión personal sobre la historia del género. Sobre este último asunto, me parece destacable el siguiente pasaje:


Las teorías sobre la crítica literaria […] estaban concebidas para demostrar por qué las obras de los modernistas (la revolución literaria más reciente previa a la ciencia ficción) eran Arte Verdadero. Naturalmente, los académicos, que estaban totalmente concentrados en celebrar a Woolf, Lawrence, Joyce, Eliot, Pound, Faulkner, Hemingway y sus hermanos literarios, no tenían ni idea de lo que pasaba tras los muros del gueto de la ciencia ficción. Y cuando al final prestaron atención, porque sus estudiantes no dejaban de mencionar libros como
Dune y Forastero en tierra extraña, los académicos descubrieron que esas revistas y esos libros extraños con portadas ridículas no prestaban la más mínima atención a los estándares de la Gran Literatura que ellos habían desarrollado. En lugar de comprender que sus estándares era inadecuados porque no eran aplicables a la ciencia ficción, llegaron a la conclusión mucho más segura y simple de que la ciencia ficción era mala literatura. [p. 12].

Otra cosa elogiable es que Card no haya incluido ningún relato suyo. El de «antologador antologado» es un doble rol que muchos siempre están dispuestos a jugar cuando editan libros como éste. Esa cortesía de ceder el espacio es coherente con el problema inevitable del límite material/comercial para un libro de estas características. Dicho inconveniente volvió problemática la extensión de algunos buenos relatos —que por tanto Card tuvo que dejar afuera— y también lo prolífico de ciertos autores —Bradbury, Ellison—, que le hicieron difícil al antólogo el decidirse por sólo uno de sus cuentos.

Por supuesto, el criterio de selección de Card puede ser cuestionado por los conocedores del género. Recomiendo no dejar de leer la reseña de Luis Pestarini que en su balance señala algunas falencias notables del libro:


Curiosamente, ausentes […] hay tres nombres insoslayables en el campo del cuento de ciencia ficción: Dick, Bester y Sheckley. Sin intentar ser más papista que Benedicto, la ausencia de ciertos nombres revela un poco el programa que subyace a la selección: la ciencia-ficción es un género de ideas, que se atreve a cierta crítica social, pero que no tiene mucho de subversivo.

Y esto queda revelado con claridad cuando revisamos el espectro temático que recorren los relatos de la antología. Hay dos grandes temas del género que están por completo ausentes: sexo y religión.

(Leer la reseña completa en Cuasar)

Los veintisiete relatos del libro están organizados en tres grandes bloques o períodos muy generales, con los que Card divide y simplifica (quizás demasiado) la historia del género:

  • La edad de oro (“desde el comienzo hasta mediados de los sesenta”,
    “los autores que araron y plantaron el campo”, según Card);
  • La nueva ola (“desde mediados de los sesenta hasta mediados de los setenta”; “escritores que aportaron fervor y un estilo deslumbrante”, y que así “devolvieron la energía al género y lo abrieron a muchas formas de la narración”); y por último:
  • La generación mediática (“los años ochenta y noventa”; escritores que leían a sus antecesores pero que, al mismo tiempo, “crecieron viendo Dimensión desconocida, Más allá del límite y Star Trek”).

Los nombres de estos períodos no coinciden exactamente con los del gráfico que venía usando como guía general para mis lecturas del género: el monstruoso e impresionante The History of Science Fiction, creado por Ward Shelley, que recomiendo examinar en detalle, al igual que las otras obras infográficas de este artista neoyorquino:

Ampliar el gráfico | Visitar la web de su autor, Ward Shelley

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Aunque con esta división de Card queden algo disminuidos términos ineludibles —como por ejemplo cyberpunk—, la partición sirve bien a los fines prácticos de ordenar el libro. La aprovecharé para dar cuenta de mi recorrido por sus 570 páginas, hecho desde el asombro —o el aburrimiento— de un recién iniciado.

[Leer la segunda parte de esta reseña]