Entrevista en revista Ocio

Tapa-revista-OCIO-143-mayo-2016

En el Nº 143 de la revista Ocio,
conversamos con Santiago Aguirre
sobre Mil surcos y Las ostras,
entre otras cosas:

“…Mil surcos es tan libre como Las ostras, ambos libros se pueden leer de manera independiente. Aun teniendo puntos de conexión, las dos novelas resultan verdaderamente autónomas. Las ostras se refiere a un pasado reciente y Mil surcos a un pasado lejano…” […]

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Apuntes incompletos para una Tetralogía elemental

Por Martín Cristal

Con Las ostras (2012) empecé una tetralogía, cuya segunda entrega es Mil surcos (2014; ambas novelas publicadas por Caballo Negro Editora). Las dos pueden leerse en forma independiente y en cualquier orden. Aquí van algunos apuntes formales sobre este proyecto narrativo.

Mi propósito es escribir cuatro novelas que a la larga puedan funcionar como una especie de edificio ¿piramidal? que presida el paisaje donde se han ido y se irán instalando mis otros libros: construcciones más o menos cercanas o con caminos más o menos interconectados según cada caso. La tetralogía puede quedar como un proyecto independiente y cerrado, o bien volverse un núcleo permeable para todo lo demás. Esto sin privarme de intercalar esporádicamente, por gusto o divertimento, otros libros que resulten totalmente ajenos a su tetraedro.

En cuanto a la forma del proyecto en sí —y siempre en el plano del deseo—, cada una de estas novelas intentará conectar su poética con uno de los cuatro elementos clásicosLas ostras fue la novela “de agua”; Mil surcos es la novela “de tierra”; las próximas serán las “de aire” y “de fuego”—. Buscarán abarcar al menos cuatro generaciones de personajes (padres, abuelos, hijos y nietos). El tiempo de lo narrado intentará ser plástico y no correlativo en todas ellas, aunque en general también se corresponderá con otra figura cuaternaria: primero, un relato que surge de la vida madura (historias de paternidad, en el presente pero con el eco de un “pasado reciente”); otro de la vejez (el “pasado mítico” o lejano, expresado en las historias de inmigración); otro de la juventud (el “presente eterno”) y otro de la infancia (el “futuro incierto”). Algo así:

Martin-Cristal-Tetralogia-Diagrama-Progreso-2014

[Ampliar el gráfico]

Las cuatro novelas tendrán estructuras abiertas y títulos cortos (todavía no sé el título para el conjunto). Compartirán algunos personajes, pero su continuidad no estará dada en la forma de una “saga” (definida por la ilación argumental), sino en el sentido más abierto de las relaciones estéticas y formales que, como intento explicar aquí, puedan establecerse entre los cuatro textos.

Las ostras: en La Cumbre, hoy

Feria-del-libro-La-Cumbre-2014

Más sobre la novela:

Click para ir al sitio de la editorial

Adelanto del Capítulo 1

Presentaciones de Pablo Dema y Diego Vigna

Entrevista (La Voz)

Reseñas de Carlos Schilling y David Miklos

Novela del mes en Sur de Babel

Premio «Alberto Burnichón» 2012

Las ostras en e-book

Las ostras, ahora también en e-book

Las-Ostras-en-ebook

Ahora la novela también está disponible
en versión electrónica

(en formato .epub, a un precio accesible y sin DRM)

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En papel puede conseguirse desde
el sitio de Caballo Negro Editora.

Las ostras: en Buenos Aires, este sábado

CaballoNegro-Recovecos-enBsAs

Más sobre la novela:

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Adelanto del Capítulo 1

Presentaciones de Pablo Dema y Diego Vigna

Entrevista (La Voz)

Reseñas de Carlos Schilling y David Miklos

Novela del mes en Sur de Babel

Premio «Alberto Burnichón» 2012

Las ostras en e-book

Lenta biografía literaria (6/6)

Por Martín Cristal
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Finalizo la serie de posts donde, a modo de «biografía literaria», comparto una versión extendida del texto que se publicará antes de fin de año en los Cuadernos de la Biblioteca Córdoba, acerca de las obras que fueron puntos de inflexión en mi derrotero de lector-escritor.
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[Leer la parte 1 | Leer la parte 2 | Leer la parte 3 | Leer la parte 4 | Leer la parte 5]
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Nueve cuentos, de J. D. Salinger

salinger-nueve-cuentos34 años | De todos los libros que Salinger publicó en vida, mi preferido es este conjunto de cuentos (cuya traducción ya comentamos aquí). Sobre todo por cómo logra que el vacío de un personaje —el de Seymour Glass, generado en “Un día perfecto para el pez banana”— se vuelva enorme en el resto de sus obras, una ausencia que paradójicamente siempre está presente y marca la vida de los demás personajes. Algo así quisiera lograr con el David Fisherman de Las ostras; espero poder sostenerlo a lo largo de la tetralogía. Otro rasgo fuerte de Nueve cuentos es que los niños se presentan como seres inteligentes y sensibles, a los que no se puede tratar así nomás. En la página final de Las ostras quise que apareciera ese rasgo salingeriano: algún eco de la ternura con que Boo Boo Glass levanta el ánimo de su hijo en el cuento “En el bote”.
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Relatos I y II, de John Cheever

John-Cheever-Relatos-I35-36 años | Creo que los sueños rotos de esa clase media norteamericana de los cincuenta que narra Cheever se parecen a los de la “generación country” de la Argentina de las últimas dos décadas. Cheever encaró su obra con la tenacidad de esos escritores que eligen desde el principio y para siempre una forma y un cúmulo limitado de temas como su inalterable documento de identidad. A otros eso puede salirles mal, o puede cansar y aburrir rápidamente a sus lectores, pero en Cheever funciona impecablemente. Para mí es imposible ese monocultivo: necesito la variedad, lo surtido. Lo que sí aprendí tras leer a Cheever es que no hay por qué tener miedo de interpolar breves pensamientos o reflexiones entre los hechos narrados (lo difícil, claro, es hacerlo con hondura, inteligencia y compasión siquiera cercanas a las suyas). [La lista de los cuentos que más me gustaron de ambos tomos, aquí].
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Lecturas más recientes

Amos-Oz-Un-descanso-verdadero37-40 años | Lecturas muy próximas, cuyo peso aún no puedo procesar. Un descanso verdadero, de Amos Oz me sedujo sobre todo por tono y estilo; espero no se note mucho con qué ahínco le robé a Oz su cadencia en el largo primer párrafo de Las ostras (o mejor sí: que se note).

También El proyecto Lázaro, de Aleksandar Hemon, una exploración magistral de la frontera entre realidad y ficción, entre memoria e invención. Me estimuló su arquitectura, el sagaz entrecruzamiento de las subtramas que componen el libro.

Aleksandar-Hemon-El-proyecto-LazaroPor último, ante las crecientes “lecturas interesadas” que arrinconan al escritor contra el hastío reiterado de lo obligatorio, hace poco me pregunté: ¿qué leía cuando lo hacía por puro placer y aún no sabía que escribiría? Mi recuerdo rebobinó hasta la ciencia ficción. Después, un encuentro providencial con Elvio Gandolfo me orientó tras Dick, Ballard, Priest, Millhauser, Mieville, Pinedo, Chiang…

Volver a leer un género que creía descartado liquidó en mí cualquier “teoría evolutiva del lector” (o del escritor). Como dijimos aquí, no avanzamos por un camino empedrado de libros Rafael-Pinedo-Plop-Interzonahacia algún improbable punto de perfección zen, sino que vamos y volvemos por una red que ampliamos como cualquier araña teje la suya entre los tallos de dos flores. Tenemos influencias y taras, las recorremos leyendo y escribiendo en diversas direcciones, y después nos morimos.

Eso es todo, amigos.

Lenta biografía literaria (2/6)

Por Martín Cristal
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Continúo la serie de posts donde, a modo de «biografía literaria», comparto una versión extendida del texto que se publicará antes de fin de año en los Cuadernos de la Biblioteca Córdoba, acerca de las obras que fueron puntos de inflexión en mi derrotero de lector-escritor.
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[Leer la parte 1]
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Ficciones y El aleph, de Jorge Luis Borges

Jorge-Luis-Borges-Ficciones21-22 años | De Cortázar a Borges: zafar de una droga para hacerse adicto a otra. Borges no provocaba emociones como Cortázar, pero sí un gran placer intelectual. Menos amor y más admiración (para mí vale más lo primero). Tras leer a Borges se escribe mejor, aunque como influencia resulta de una toxicidad máxima; algunos cuentos de mis dos primeros libros están contaminados con sus mañas.

Después de leer sus obras completas, escribí mi segunda novela —La casa del admirador— donde tematicé los peligros del fanatismo Jorge-Luis-Borges-El-Alephtomando como muestra el fanatismo argentino por Borges (el “borgismo” según lo llamaba David Viñas); en otro plano, quería darme una “última curda” borgeana, un empacho que no buscaba matar al padre, pero sí abandonar “la casa” para recorrer otros caminos más personales.

Borges fue la única influencia que llegó a pesarme, porque me amaneraba sin contacto íntimo con mi ser. A todas las demás siempre las recibí con la alegría de quien se enriquece lenta y seguramente.
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Cuentos, fábulas y lo demás es silencio,
de Augusto Monterroso

Cuentos-fabulas-y-lo-demas-es-silencio-Monterroso24 años | Más allá de su “Decálogo del escritor”, esta formativa antología enseña que no hace falta leerlo todo para empezar a escribir; que hay que atreverse sin pensar en el qué dirán; que además de estudiar, hay que observar a las personas; que escribir sobre escritores no tiene mucha gracia; que es mejor escribir dos libros buenos que muchos malos; que uno puede querer ser escritor pero en el camino desviarse y convertirse en otra cosa.

Tras Monterroso, probé escribir brevedades. Trescientos relatos breves para seleccionar cien y publicarlos. Pero escribí cien y me detuve: su invención se me hizo maquinal, y pronto volví a interesarme en relatos más extensos. Igual creo que ese ejercicio, sostenido por algunos años, me benefició en concisión y precisión. También sirvió como laboratorio de argumentos. Mucho después compartí algunas de esas brevedades en Facebook, bajo el título de “Bosque bonsái”. Hay amigos que las aprecian.
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Cuentos completos I, de Edgar Allan Poe

Cuentos-Completos-Poe24 años | Si todo autor señala a sus precursores, Cortázar me señaló a Poe; su traducción me pareció una garantía. De Poe aprendí que cuando el narrador dice “no puedo describir el horror que sentí en ese momento”, y abre dos puntos, a continuación viene la descripción puntual y detallada del horror que sintió en ese momento. Ese contraste enfático también se aplica con frecuencia a la belleza femenina (“era indescriptible”, y luego la resignada descripción). Poe también me contagió —¿como defecto o virtud?— la necesidad de un final que redondee justo a tiempo. Hoy sé que uno no está obligado a eso si antes ha sabido entregar un buen clímax, o una forma novedosa, una voz hipnótica, un secreto de fondo, una atmósfera extraña, un instante de pureza emotiva… En tal caso el cierre puede resolverse poéticamente, o con una suave disminución de la intensidad, o cortándolo en un momento significativo o sugerente, o sin resolver las tensiones creadas (como Chéjov, a quien descubriría más adelante).

[Estas suscintas nociones sobre Poe provienen de una nota anterior, que se publicó aquí].
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El ruido y la furia, de William Faulkner

William-Faulkner-El-ruido-y-la-furia-Planeta24 años | Gran novela, que a un tiempo está muy bien escrita y es muy difícil de leer (para los asistentes a talleres literarios mediocres esto siempre representará una contradicción en los términos). Personajes vívidos que reaparecen en varias obras; una geografía ficcional; lo universal enfocado desde lo local; un tono que es como un trueno sacado de la Biblia; y, sobre todo, una experimentación formal que no es pura cáscara sino algo medular, una estructura inseparable del contenido. Hasta aquí sabía apreciar mejor la estructura del cuento; desde Faulkner, las posibilidades de la novela llamaron mi atención.

Pasé a otras obras suyas: el contrapunto en Las palmeras salvajes, así como la fragmentación y el cambio de puntos de vista en Mientras agonizo, serían referencias capitales al componer Las ostras. También me identifiqué con su actitud ante la literatura, patente en la entrevista de The Paris Review. Me convenció eso de que, antes que cagar libros inconexos, es mejor articularlos bajo una “superestructura flexible” (el término es mío) y así tener una “continuidad conceptual” (el término es de Frank Zappa).

La “constelación de obras” se me hizo deseable, pero enseguida entreví que un plan así, si era demasiado férreo, generaría una monotonía mortal a la hora de escribir (o a la de ser leído). Pasó bastante tiempo hasta que decanté hacia la solución intermedia de una tetralogía: un proyecto amplio pero con principio y final, que pueda ser núcleo para futuras obras o bien clausurarse como trabajo independiente. La inauguré en 2012 con Las ostras; actualmente trabajo en la siguiente novela del conjunto.


[Continuará en el próximo post].

Las ostras, selección de abril de 2013 en Sur de Babel

Sur de babel blog
Me alegra enterarme de que en abril de 2013
Las ostras es el libro elegido por Sur de Babel,
club de libros independientes que, desde Buenos Aires,
realiza «una selección mes a mes de la literatura más escondida
que se edita en nuestro país y en toda Latinoamérica».

Sus coordinadoras,
Josefina Heine y Victoria Rodríguez Lacrouts,
leen lo que las editoriales independientes publican,
haciendo un seguimiento de sus novedades. Eligen difundir
aquellas propuestas de calidad que no resultan tan visibles
como las de los grandes grupos editoriales.

¿Interesado en ser parte del club? ¿Ganas de saber más?
Toda la data en su website:

www.surdebabel.com.ar

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Las ostras: reseña en La Tempestad, por David Miklos

La Tempestad 88

[…] Casi al comienzo de Bares vacíos (2001), su primera novela, Cristal, en ese entonces habitante de nuestro país, escribió: «Recién no llovía, ahora llueve. Moraleja: todo puede estar peor». Once años después y en su tercera, Las ostras, la lluvia reaparece como amenaza vivencial: ¿qué tanto puede determinar el clima las andanzas de sus personajes, un coro compuesto por jóvenes y viejos, hombres y mujeres que, sin más, ocurren a lo largo de un día en Córdoba, Argentina, territorio literario poco conocido en nuestro país y al que Cristal inmortaliza en una de las mejores novelas en español editadas el año pasado? En Las ostras la solvencia y lo entrañable se intersectan para alumbrar una serie de tramas y voces que ocurren al mismo tiempo y en el mismo espacio, casi sin tocarse –en espiral y no en asterisco, como quiere su demiurgo, en un guiño a Magnolia de P.T. Anderson–, hasta que la lluvia se desata y todo, la vida misma, cobra sentido.

Diseñada como una especie de diorama acuático o marino, Las ostras es un logrado ejercicio de prosa simple y gran profundidad narrativa. […]


David Miklos
, en revista La Tempestad,
Nº 88, México, enero-febrero de 2013
(en portada: Mario Bellatin).

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Las ostras: presentación en Río Cuarto, por Diego Vigna

El viernes 9/11 presentamos Las ostras en la 8va Feria del Libro de Río Cuarto
(conjuntamente con Boyando, la nouvelle de Alberto Rodríguez Maiztegui).
Agradezco a Diego Vigna por la atenta lectura que hizo del libro
y por la claridad de sus conceptos al momento de presentarlo.

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Las ostras se ocupa de una de las cuestiones irresolubles, de uno de los combates fundamentales: la soledad. Las ostras puede justificar su existencia sólo con el inventario de escenas excelentes que despliega en cada recorte del tiempo, en espacios precisos; escenas que bastan para que el libro exista (a diferencia de otros libros que ni dándolos vuelta o golpeándolos contra una pared rugosa despiden alguna razón para justificar el uso de la pasta de celulosa). Pero esas escenas son excelentes porque tienen un cimiento de carne, densísimo, en el que los protagonistas sufren pero también buscan la soledad. Frente a la muerte de un cercano, eligen la soledad; frente a la posibilidad de permanecer a la intemperie, eligen el cobijo de la soledad; insertos en el núcleo frustrado de una pareja, eligen la soledad. Personas que hasta contemplan la soledad a partir de los objetos de los otros.

Según cómo las voces van detallando cada recorte del mundo, el yo-lector se vuelve testigo de las múltiples formas de aislarse, de relacionarse y de autodestruirse que existen. Todos los pasajes del día y medio en que transcurre la historia conforman un inventario de acciones y maniobras que cada persona ejecuta para soportar y a su vez bruñir su soledad.

Esto suena complejo pensando en la factura del texto, y es así: la forma en que está escrita la novela es tan importante como el derrotero coral de sus protagonistas.

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Premio «Alberto Burnichón» 2011-2012 para Las ostras

En cada Feria del Libro de Córdoba
se otorga el premio “Alberto Burnichón”
al libro mejor editado entre los de la producción local
del último año. Tengo el agrado de que el trabajo hecho
por Caballo Negro Editora con mi novela Las ostras
haya sido el distinguido en la reciente entrega del premio.

Mi gratitud y mi reconocimiento al editor, Alejo Carbonell,
y también a todo el equipo de Caballo Negro, con el que ha sido
un verdadero gusto materializar este libro. Felicitaciones.

Las ostras: reseña en La Voz, por Carlos Schilling

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[…] Cristal se atiene al principio literario
de que cada persona es única, y para que sea única debe inventarla, no copiarla de un manual de sociología o de un modelo natural. En ese sentido, emplea varios recursos narrativos a fin de que cada personaje se revele y se explore a sí mismo. Mediante la distribución equilibrada de voces y puntos de vista, los procesos simultáneos de esas revelaciones y exploraciones generan tanta intriga e interés como un policial.

Salvo en el primer capítulo, en el resto
de la novela Cristal no usa la tercera persona, sino la primera, la segunda o reproduce conversaciones telefónicas unilaterales, ya que no hay un testigo único de todas esas vidas, un ojo que las mire desde arriba de manera imparcial. A la vez, los capítulos están separados por citas extraídas de un libro de divulgación científica decimonónico titulado
Los misterios del mar, heredado por Perla de su padre anticuario y que funcionan en sentido muy amplio como símbolos o comentarios en clave de las historias contadas, el equivalente de un oráculo en una sociedad donde no existe el destino. […]


Carlos Schilling
, en La Voz del Interior,
suplemento “Cultura en Vos”. Córdoba,
sábado 9 de junio de 2012.

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Las ostras: presentación en Córdoba, por Pablo Dema

Foto: Diego Vigna.

El martes pasado presentamos Las ostras en Córdoba. Agradezco a
las 150 personas que se acercaron a Cocina de Culturas para la ocasión.
También, muy especialmente, a Marcos Croce por su música y buen humor,
y a Pablo Dema, por su amabilidad y sus lúcidas palabras
para presentar la novela.

[…] Hay un crítico alemán que leyendo a Paul Celan, a Nelly Sachs
y a Kafka acuñó el término
metáfora absoluta. Las obras de estos
autores, decía Beda Allemann, son metafóricas, pero no en el sentido
de que usan una figura retórica sino que todo un poemario o una novela constituyen una metáfora, el problema es que los autores no nos dicen metáfora de qué son esas obras. Yo creo que esta idea de la metáfora absoluta es interesante para pensar
Las ostras, que están en principio como parte de la fauna marina descripta en un viejo libro que hereda Perla (uno de los personajes), pero que se van cargando de una significación muy densa, de muchas resonancias que requieren un trabajo de los lectores. Como en el cine de Tsai Ming Liang, tenemos que pensar qué pasa y qué significa aquí el agua: la del mar evocada en el libro, la de la lluvia que inunda la ciudad, la de las peceras que pierden su oxígeno. […]

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