Lecturas en Casa Maldoror

Por Martín Cristal

El sábado 11 de agosto, músicos, poetas, narradores y otros interesantes ejemplares de la fauna de Córdoba se internaron en Casa Maldoror para compartir un encuentro —bautizado Corriente Subalterna/Fase 1— que Alexis Comamala y Cecilia Romero Messein organizaron en el sótano de la casa que comparten en barrio Ducasse. Hubo lecturas de teatro, poesía y cuentos, y también música, mesa con libros de ediciones locales, guiso de lentejas, cerveza y vino: el kit de supervivencia completo.

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El programa arrancó tipo seis de la tarde; no pudimos llegar para la lectura de Ramiro Pros —de su obra de teatro, La heladería del diablo—, pero ya estábamos ahí cuando arrancó la tanda de poetas. Leticia Ressia leyó poemas en los que había lluvia y reaparecía una figura materna; adelantó también la salida de un próximo libro con Pan Comido Ediciones, La selva oscura. Eloísa Oliva eligió algunos poemas de su libro 1027, y cerró con otros de su reciente el tiempo en ontario. Martín Maigua arrancó con uno rarísimo, narrativo y con forma de declaración sumarial, que dejó una historia densa en el ambiente; cerró con otro más tierno, de su libro El mundo no es más que eso.
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Enseguida Alexis nos explicó a todos el origen del nombre de la casa: Maldoror, por hallarse en barrio Ducasse. El nombre del famoso Conde de Lautréamont, autor de los Cantos de Maldoror, era Isidoro Ducasse; según se sabe pasó fugazmente por Córdoba. En esta misma ciudad habría leído sus cantos por primera vez (al parecer a una tía, que ipso facto lo echó de la casa).
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Después el público siguió atento a Diego Rojas que combinó música y poesía (interpretándola, sin leer).
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Algunas cervezas después llegó el turno de la narrativa. Me tocó arrancar: leí un cuento de navidad en plan grinch titulado “Cabezas vendadas”, el cual se publicó a principios de este año, en el Nº 82 de la revista mexicana La Tempestad.
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Enseguida siguió Hernán Tejerina con “Diario de viaje menor”, uno de los relatos de su libro El aparecido (premio Luis de Tejeda  en 2007). Narra con rabia y con humor una experiencia de migrante/trabajador ilegal en la Nueva York pre 11-S.
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Cerró Sebastián Pons con su relato “Cómo robarle a los ricos”, premiado en el concurso del Festival Internacional de Literatura de Córdoba de 2011, y que por ende está próximo a publicarse —junto con los otros relatos premiados, de Alberto Rodríguez Maiztegui y Fabio Martínez— en un volumen editado por Eduvim y titulado Frutos extraños.
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Y después siguió la cosa, con la guitarra y la voz de Ave.
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Nos fuimos cerca de las dos de la mañana, contentos y agradecidos con los dueños de casa por la invitación. Mientras buscábamos un taxi, en el subsuelo la movida seguía…

¿Qué estabas haciendo el 11-S?

Por Martín Cristal

En el suplemento «Temas» de La Voz del Interior, hoy sale una nota (coordinada por Emanuel Rodríguez) en la que once escritores cordobeses recuerdan brevemente el momento en que se enteraron del atentado a las Torres Gemelas. Lo que sigue es mi pequeño aporte. Los de los otros autores —Pablo Natale, Iván Ferreyra, Luciano Lamberti, Eugenia Almeida, Federico Falco, Martín Maigua, María Pousa, Fabio Martínez, José Playo y Pablo Dema— pueden leerse aquí.

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¿Qué estabas haciendo
el 11 de septiembre de 2001?

Vivía en México: el diseñador gráfico bancaba al escritor. Supe del atentado apenas llegué a las oficinas de la revista semanal donde trabajaba como director de arte. Había un clima de excitación morbosa (mis compañeros eran periodistas), de implícita revancha (eran mexicanos), de incredulidad y sorpre­sa (éramos televidentes). Todo el material preparado para ese número se fue al tacho. El cierre del viernes sería muy tarde.

Colaboré en la selección fotográfica. Debíamos componer el relato visual de una tragedia demasiado reciente. ¿Qué matizar, qué mostrar a página completa? ¿Yuxtaponer bomberos y víctimas? ¿Señalar al hombrecito que cae o dejar que lo descubran los lectores?

Ante la previsible unanimidad temática en los quioscos dominicales, decidimos competir con una tapa desplegable: una panorámica de Manhattan desde el río, su perfil tachado por una ominosa estela de humo. Titular: “Vientos de guerra”.

Anduvo bien. Nuestra siguiente tapa desplegable vendría tras el bombardeo de Bagdad.