Hombres salmonela en el planeta Porno, de Yasutaka Tsutsui

Por Martín Cristal

Sexo, cigarrillos y fantasías
para las naciones alegres

La divertida selección de relatos fantásticos y de ciencia ficción titulada Hombres salmonela en el planeta Porno —realizada por Atalanta, la “otra” editorial de Jacobo Siruela— nos presenta a Yasutaka Tsutsui (Osaka, 1934) como un hombre excéntrico y polifacético: reconocido inicialmente como autor de ciencia ficción, también es dramaturgo, crítico, actor y músico. Algunas de sus obras han sido premiadas, y adaptadas al cine y al cómic manga.

Al empezar a leerlos, los relatos de Tsutsui parecen sencillos de escribir; al terminarlos, queda claro que no lo son tanto. El sexo conecta el primero de los seis cuentos —“El bonsái Dabadaba”, donde un matrimonio aprovecha los poderes de un arbolito que produce sueños eróticos (su uso puede demostrar cuán distanciada estaba la pareja, y qué difícil es saber dónde se está parado cuando los sueños se solapan)— con el último del libro, que es el que le brinda su título (¡y qué título!). El mentado planeta Porno presenta un ecosistema donde sólo existen “relaciones basadas en la libido”. Un medio ambiente pacífico que “en vez de una ecología tanática, de ‘comer o ser comido’”, propone una “ecología erótica”: todas sus especies, vegetales o animales, buscan tener sexo con otras (e incluso con los temerosos exploradores humanos). Es el cuento más largo, y sus minuciosas especulaciones biológicas pueden agobiar un poco.

En otros relatos, Tsutsui ofrece planteos veloces: enseguida comprendemos el mecanismo que anima cada historia. Esa inmediata distorsión de lo real nos predispone a leer para corroborar hasta dónde Tsutsui es capaz de extremar cada idea. Así sucede en “Rumores sobre mí”, donde un oficinista descubre que, cierto día, los hechos más nimios de su gris existencia salen en todos los noticieros, con el efecto paradójico de hacer que su vida se vuelva extraordinaria. En “El último fumador”, el dispositivo narrativo se ofrece ya desde el título: en una azotea, un hombre prende un cigarrillo tras otro mientras los helicópteros del ejército lo amenazan y le tiran gases lacrimógenos. ¿Cómo llegó Japón a ese extremo? Ésa es la anécdota por narrar.

De una alteración mínima —como la paulatina inclinación de una ciudad construida sobre una isla artificial (“El mundo se inclina”)—, Tsutsui puede extrapolar las consecuencias más disparatadas y, aun así, lógicas. Aquí el prolijo traductor Jesús Carlos Álvarez Crespo nos muestra que el humor deliberadamente burdo de Tsutsui también aprovecha los juegos de palabras.

Un solo relato no comparte ese tono general de comedia bufa (tono que incluso abarca la risa vulgar de los personajes: “¡Guajajajajaja!”): es “El límite de la felicidad”, donde una familia disfuncional viaja a una playa muy ballardiana, atestada de gente, tanta que la masa continua se precipita al mar, en un inexorable suicidio colectivo.

A veces, cuando nos toca conocer a una persona extraña, decimos: “qué personaje”. Tsutsui, a quien conocemos mejor por la entrevista que completa el volumen, es él mismo un personaje más del libro. La entrevista ofrece pistas como sus influencias (Sheckley y Brown; Freud, Jung y Darwin; su propio padre, zoólogo; los hermanos Marx, las películas clase B); los problemas con la censura mediática en Japón que lo llevaron a autoexiliarse en internet, donde por mucho tiempo fue el único lugar donde podían leerse sus obras (algunas de ellas, por entregas); las diferencias entre su rol de actor y el de escritor; o su faceta metaficcional, que quizás lo volvió “el primer escritor posmoderno de Japón”. También destaca su opinión sobre ser traducido: “Hay naciones tristes y alegres. Yo preferiría que mi obra se tradujera a naciones alegres”.

_______

Hombres salmonela en el planeta Porno, de Yasutaka Tsutsui. Relatos. Atalanta, 2008. 184 páginas. Con una versión más corta del presente texto recomendamos este libro en «Ciudad X», La Voz (Córdoba, octubre de 2012).