Por Martín Cristal
Cuántas minas que pierdo
Las grandes “literaturas nacionales” de Estados Unidos e Inglaterra cada tanto reavivan su interés —expresado en premios y elogios— por la lengua y los modos de vida de las minorías. Autores como Toni Morrison, Hanif Kureishi o Zadie Smith son reconocidos por acercar a sus compatriotas el habla y las experiencias vitales de afroamericanos, pakistaníes, jamaiquinos y bengalíes, entreverándolos con la historia y el presente de aquellos países, en un rico entramado de mixturas, intercambios y rechazos.
Algo así sucede con Junot Díaz, que nació en República Dominicana en 1968 pero vive en Estados Unidos desde los seis años, y que en 2008 obtuvo el Pulitzer por su novela La maravillosa vida breve de Óscar Wao.
En su flamante Así es como la pierdes, Díaz vuelve a sumergirnos en el universo de los inmigrantes dominicanos en Nueva Jersey, pero ahondando en otro recorte temático: el de las relaciones de pareja. Trae nueve cuentos con nostalgia de una educación sentimental adquirida sobre la marcha, morenas voluptuosas, amores esquivos o interesados, sexo promiscuo, infidelidades a granel y un toque de machismo (menos achacable al autor que a la cultura que quiere mostrarnos).
Reaparecen personajes anteriores de Díaz, como el forzudo y calentón Yúnior, que viene desde su primer libro, Los boys (1996) y que suele asumir el punto de vista narrativo principal. El basamento autobiográfico de las historias de Díaz puede sospecharse ya desde la elección del nombre de dicho personaje (“Junot” se pronuncia “Yunó”). Cualquier noticia biográfica que leamos sobre el autor seguramente aportará más paralelismos entre su vida y su obra.
Continuidad temática, atmósferas similares y un nivel narrativo parejo: difícil elegir un relato por sobre los demás. Destacaría “Otra vida, otra vez”, más alejado de Yúnior y el único narrado por una mujer. Las modestas ambiciones de Yasmín, intermitentes en la dura cotidianidad de su trabajo, dan cuenta de la vida precaria e inestable de los inmigrantes. Este relato se complementa con otro de Los boys (“Negocios”) y trae consigo una verdad durísima: “El pan es más fuerte que la sangre”.
La lengua de Junot
Quien viaje por Latinoamérica verificará que el preconcepto de un “español” como lengua unificadora se va revelando ficticio a medida que el viaje sigue y los matices se multiplican. En Díaz, lo central es su respeto por esa riqueza lingüística. Si bien escribe en inglés, lo hace con giros del habla caribeña. Siembra palabras en castellano y jergas diversas en el texto, particularidades que incluso gravitan sobre la sintaxis.
Traducirlo al español es una tarea difícil. No convence, por ejemplo, la traducción de Los boys realizada en España: está minada de cursivas —para indicar las palabras que en el original aparecían en castellano—, artificio que interfiere la voz narradora. Aparecen tantos giros ibéricos (tipo “vais a flipar” o “¡a tomar por culo, hispanos!”) que los latinos de Junot parecen teletransportados al otro lado del Atlántico.
De ahí el gran mérito de Achy Obejas, traductora estadounidense de origen cubano que ya trabajó la novela de Díaz. En Así es como la pierdes, ella no españoliza, pero tampoco aplana las variantes del autor bajo un español neutro, tipo DVD de Disney. Al contrario: realza el matiz caribeño-dominicano, siempre vigilando la proporción de su mezcla con el inglés. El lector encontrará participios sin D (acostao, fugao), anglicismos adaptados (enigüey, hanguear, fokin, frikiar, breiquecito), localismos caribeños o dominicanos (tíguere, jevita) y gentilicios inusuales para nosotros (domo, dougla, boricua, cocoa panyol, gujarati). Esto no debe amedrentarlo: ahí reside el verdadero sabor del libro.
Así es como la pierdes es una buena entrada a la obra de un narrador potente, que sabe qué quiere contarnos, y que parece haber encontrado a su traductora ideal.
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Así es como la pierdes, de Junot Díaz. Relatos. Mondadori, 2013. 208 páginas. Recomendamos este libro en “Ciudad X”, La Voz (Córdoba, 4 de julio de 2013).