Mil surcos: presentación en Río Cuarto, por Pablo Dema

Dema, Cristal y los librosFoto: Diego Vigna.

El viernes 21/11/14 presentamos Mil surcos en Río Cuarto,
conjuntamente con La canción de las máquinas, de Pablo Dema.
Agradezco a los editores de Recovecos y Caballo Negro por la iniciativa,
y a Pablo por las palabras con que presentó mi novela.

[…] Las historias que se cuentan focalizan en un personaje pero son más bien, como señalé, historias de familias disgregadas y reconstituidas. Por un lado, la diáspora, el exilio, el derrotero penoso del emigrado, la pérdida de los vínculos y la identidad amenazada; por otro, la recreación de lazos familiares y la refundación de proyectos de vida en Argentina, en la ciudad de Córdoba más precisamente. […] Mil surcos nos permite entender a nosotros la vida de estos personajes y funciona a su vez como un espejo: todas nuestras historias, si nos remontamos tres o cuatro generaciones, acaban siendo historias de guerras, de hambrunas, de emigrados, de desarraigo. Leía Mil surcos y me acordaba de Sebald (de Austerlitz), leía Mil surcos y me acordaba de Teresa Andruetto (de Pavese, de Stefano, de Lengua madre), de Tununa Mercado (Yo nunca te prometí la eternidad), de Sergio Chejfec (en particular de su Lenta biografía), pero leía Mil surcos y pensaba en mis abuelos, en mis bisabuelos, se me hacía patente el vacío que hay en torno a sus años en Europa durante la primera guerra mundial, las condiciones en las que emigraron, el periplo que acabó en la pampa húmeda. […]

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La canción de las máquinas, de Pablo Dema

Por Martín Cristal

Pablo-Dema-La-cancion-de-las-maquinasÉste es el texto que escribí para la presentación en Río Cuarto de La canción de las máquinas, de Pablo Dema (Recovecos, 2014). [A su vez, en esa misma oportunidad, Pablo se refirió a mi novela Mil surcos].

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A medida que el lector avanza en La canción de las máquinas —cuarto libro de cuentos de Pablo Dema (General Cabrera, 1979)— va confirmando que sus once relatos se afirman en una “unidad de lugar”. El escenario común de sus ficciones es la ciudad de Río Cuarto, por supuesto, pero más específicamente la plaza Mójica, como centro de su universo narrativo, y también como su modelo. Presa en su rotonda, la plaza es circular; el libro también propone un viaje circular si se leen sus relatos en el orden propuesto por el autor. Otra correspondencia: bajo la plaza, al menos en la ficción de Pablo (ignoro si es así en realidad), funciona un conjunto de pasadizos subterráneos que comunican con otras casas o zonas aledañas. Del mismo modo, los relatos de este libro también presentan “pasadizos” entre ellos. Esas conexiones pueden ser los ya mencionados escenarios comunes, pero también el hecho de que, por ejemplo, un personaje secundario de algún relato aparezca luego como protagonista de algún otro. Son pequeñas marcas que cohesionan al libro de cuentos, que lo armonizan como conjunto.

La distancia temporal necesaria para la buena escritura —ese poder de evocación fría que recomendaba Quiroga—, Dema la ejerce no sólo en descripciones minuciosas sino además en varios instantes de pausada reflexión que son la marca de estos relatos y que constituyen los puntos más altos del libro (en especial si discurren sobre la enseñanza y el aprendizaje, temas que Pablo conoce bien por su experiencia como docente). Uno de sus profesores-narradores dice: “Todo esto que voy recordando se llena de matices y adquiere definición ahora que lo examino con tranquilidad”.

Es una de las tantas observaciones certeras que aparecen en el autoexamen implacable que los personajes de este libro hacen de sí mismos. En todos los casos, la concisa profundidad de estas interpolaciones sorprende por el redescubrimiento de situaciones que nos son comunes a todos, pero que aquí son tratadas con una meticulosidad que arroja nueva luz sobre viejos temas. “Había encontrado un libro en el que las cosas aparecían por fin nítidas”, dice el narrador del cuento “Un pozo de luz”. La nitidez del pensamiento es un atributo de este libro.

Libro-de-dema

Paso a comentar algunos de los cuentos. El primero que leí, hace tiempo ya, se titula “Roque Santeiro”: salió en la revista online No-retornable, en un número que antologaba autores de Córdoba, donde Pablo y yo tuvimos el gusto de coincidir. En “Roque Santeiro”, dos hermanos visitan a su padre en la cárcel; el hermano que narra, dice lo siguiente: “La escuela, la clínica, la cárcel, siempre el mismo dolor de estómago cuando entro en esos lugares”. La equivalencia que establece esta enumeración comunica bien cómo es considerada en estas páginas la escuela (un escenario crucial en este libro). No es aquí el lugar edificante donde los jóvenes se entregan sin más a las potencialidades de un aprendizaje sano y seguro, deseado, sino un lugar que incluso es capaz de provocar dolor, un territorio donde los alumnos tienen que defenderse de la coerción institucional mediante el ejercicio pertinaz y consciente de la abulia.

Una de las preocupaciones recurrentes en este libro es la situación de los jóvenes, especialmente de los marginales, tanto en su relación con el sistema educativo como con la ciudad y la sociedad toda. La escritura, el dibujo o la música, si bien no son salidas para esa marginalidad, ofrecen —en el desahogo de sus expresiones— un paliativo, un instante de liberación. No mucho más: los narradores de Dema en este libro no logran sobreponerse a una desilusión vital que los acecha en cada esquina, sólo atinan a mitigar esa desilusión por la vía de comprenderla, de pensarla minuciosamente, en sus causas, en sus circunstancias. En “Roque Santeiro” —el cuento del que empezamos hablando—, el narrador escucha que “en la radio suena una canción en la que alguien dice que los caminos de la vida no son los que él pensaba ni los que él creía que eran”. Al leer ese pasaje recordamos de inmediato la voz de Vicentico, pero también pensamos, por ejemplo, en el personaje de Patricia Arquette en la reciente obra maestra de Richard Linklater, Boyhood, cuando se quiebra y confiesa la desilusión de haber creído, alguna vez, que en la vida habría “algo más”.

Aporto esta referencia externa de Boyhood desde el menú de mis recuerdos cinematográficos, pero La canción de las máquinas trae sus propias marcas cinéfilas. Esto es evidente en el título de otro cuento, “Mulholland Restaurant”, en clara referencia a la película de David Lynch, Mulholland Drive. Este cuento trepa desde una cita en un restaurante hasta una situación dramática muy atractiva: el reencuentro con alguien conocido pero en un ámbito distinto, lo cual motiva que se trastoquen los roles de autoridad. Este mecanismo reaparecerá en el último relato del libro, titulado “El pupilo” (lo comentaremos después).

La referencia a Lynch también funciona como aviso temprano para la plástica estructura narrativa que mostrarán ese último cuento y también otro llamado “Coma alcohólico”. Éste es el primero de los cuentos del libro cuya atmósfera podríamos llamar “rara”; opera mediante transiciones rápidas entre las escenas que lo componen, las cuales se articulan por una continuidad no siempre lógica, siguiendo más bien la dinámica del sueño o de la borrachera.

En el universo narrativo de Dema, la fatalidad y la inexorabilidad de la muerte se imponen a las eventuales alegrías que sus personajes puedan tener. A nadie se le escapa que, ante un instante de gozo, la muerte sólo tiene que sentarse a esperar que el tiempo pase. Cierta amargura recubre como una patina incluso los instantes más tiernos del libro. Sin embargo, en el cuento “La indómita luz” —titulado según un verso de “Rezo por vos”, esa canción preciosa que grabaron Spinetta y García, y de la que en este libro se hace una interpretación impecable—, cuando acontece, en dicho relato, una tragedia que ya es inmodificable, surge el mensaje que pudo prevenirla en su momento, y ese mensaje era defender la vida. La muerte campea en La canción de las máquinas, sí, pero el pesimismo natural del libro es confrontado por Dema en este cuento. Que la vida vale la pena, en especial la de los jóvenes, es algo que a ellos sí está dispuesto a decirles, lo crea verdad o lo crea mentira, y más allá de que en este cuento el narrador llegue tarde para hacerlo.

Dos cuentos, “El desengaño” y “La Madre Soltera”, exploran abiertamente cuestiones “de clase” (no de clase en el aula, sino de clase social). En el primero aparece una vergüenza de clase que desencadena una especie de complejo de inferioridad, aunque finalmente brindará herramientas para emanciparse del mandato familiar. En “La Madre Soltera” seguimos el drama de una mujer condenada a la soledad, el agotamiento y la alienación. Ella y los demás personajes del cuento se nos presentan como arquetipos. La ambigüedad en el manejo del tiempo y el espacio es magistral; es, en cuanto a su forma, el cuento más redondo del libro, uno que puede ser leído prescindiendo de la red de conexiones que agrupa a los demás. Por esto mismo no me sorprendería verlo extractado en alguna antología, más adelante.

Si hasta este cuento, que es el anteúltimo, el libro puede leerse de un tirón, les recomiendo hacer una pausa antes de acometer la lectura del último cuento, “El pupilo”. No sólo porque es notoriamente más largo que el resto, lo que quizás requiera que uno tome cierto envión antes de empezarlo, sino porque este relato final es una caja de sorpresas hecha de veloces transiciones entre ámbitos disímiles, un poco como si se comprimieran muchos cuentos dentro de uno. En “El pupilo”, el libro se permite ensanchar el abanico de estrategias narrativas que venía mostrando. Aquí Dema puede pasar de un futurismo satírico a la parodia borgeana (agregándole en ambos casos una cuota de humor al libro).

También puede bucear en un onirismo casi religioso —el combate contra un ángel, que recuerda al episodio bíblico de Jacob en la escalera—, y de ahí mudarse al realismo más puro y duro, de vuelta en el ámbito educativo y reencontrando todos los leitmotiv del libro: la unidad de lugar, cierta angustia vital, la observación del adolescente como sujeto o víctima de la violencia, el aula como mirador de la cuestión social y la sorpresa de un alumno reencontrado en un contexto nuevo, que otra vez trastoca las jerarquías. El “pupilo” del cuento puede ser lógicamente el alumno, pero también el maestro, si se entiende que el verdadero aprendizaje es para él (que hasta se vuelve pupilo de boxeo en su poético sueño de lucha contra el ángel).

Para cerrar este esbozo, completo la rotonda y vuelvo al primer cuento, que es el que da título al libro, “La canción de las máquinas”. Acerca de la plaza Mójica cuando se la mira con el Google Earth, en ese cuento se dice lo siguiente:

“Desde arriba se veía como un disco gris con manchones verdes y marrones; pero ahora, desde acá abajo, en la plaza misma, todo se multiplica y adquiere nitidez, mejor dicho, nos damos cuenta de todo lo que se borra a la distancia y de lo engañosos que son los planos generales del mundo”.

Esa distancia que media entre una plaza que recorremos caminando sin prisa y la representación de esa misma plaza en los mapas satelitales, es la misma distancia que media entre la lectura morosa de un libro y su presentación en reuniones como ésta. Queda en ustedes, entonces, acercarse al libro y recorrer sus cuentos como quien pasea por una plaza y elige demorarse bajo la copa de aquellos árboles que lo atraen por su aire distinto, por su sombra o por sus pájaros. Bajo la frondosidad de su prosa podrán sentarse a pensar en todos los temas que proponen las historias que cuenta Pablo Dema.

Mil surcos: hoy, en Río Cuarto

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Dema-Cristal-2014
Presentación doble en Río Cuarto:
Mil surcos de un servidor + La canción de las máquinas
de Pablo Dema (cuentos, Ed. Recovecos, 2014). 21 horas en
La Tintorería Japonesa, Constitución 947, Río Cuarto.

Entrevista en video para Estudio Q

Estudio Q es un proyecto de editorial Nudista, con microdocumentales sobre escritores que producen desde Córdoba, Argentina. Mi perorata se deconstruye en este video, dirigido por Lucas Moreno. Las respuestas completas están desgrabadas y disponibles en un e-book gratuito: se descarga desde el sitio del proyecto, donde también hay más videos de otros escritores cordobeses.

Descargar el e-book del Estudio Q-2 (Mercadal-Dema-Cristal)
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Algunos extractos de la entrevista*

“ME CONMUEVEN MUCHO los regresos, los comebacks de alguien que estaba dado por muerto y no estaba vencido ni aun vencido. Ese tipo de historias siempre me conmueven. Clint Eastwood en Los imperdonables, o incluso en el deporte, Larry Bird, su canto del cisne: ese último partido donde se cae, se parte la cara contra el piso y lo sacan hasta el consultorio médico y el tipo le miente al médico que se siente bien y vuelve y gana el partido. Cosas así, que parecen de película, y que Hollywood las ha explotado muchísimo para quemarnos la cabeza. Pero bueno, a mí me pueden esas historias. En el mismo camino, la persistencia y la perseverancia, esas historias que cobran sentido cuando te las cuentan resumidas: el tipo que estuvo treinta años haciendo equis cosa para obtener un resultado, por ejemplo científico, y cambiar un poquito la historia de lo que sea que haya estado estudiando. Mientras lo está haciendo no es una historia: nadie le da bola. […]. La perseverancia y la resistencia me conmueven mucho”.

“EL FUNCIONAMIENTO DEL LENGUAJE es éste: una red que uno tiene para poder asir el mundo. Y a partir de ahí, de entenderlo así, surge una concepción o una preferencia sobre el uso de esa red. […] Podemos representar al mundo real con un pez y al mundo de la imaginación con un pez volador. Tirás la red para atrapar cualquiera de esos peces. A los peces después los devolvés al agua o al cielo. Pero digamos, lo hiciste para tener ese pez un momento entre las manos. Para eso uno usa el lenguaje. Me parece que la malla de esa red es el lenguaje. Si uno se queda mirando solamente el lenguaje no está operando sobre el mundo; por ejemplo, un gramático está profundamente interesado en la red, no necesita arrojarla sobre nada, salvo para ejemplificar el uso de red. Un narrador, como yo lo concibo, no quiere hacer eso. Una red demasiado abierta no termina de definir el objeto sobre el que cae y el pez se escapa por los agujeros. La red tiene que estar trabajada, bien anudada como para poder tomar el mundo. Si la red es demasiado impermeable y cerrada tampoco sirve porque no se ve a través de ella. […] Si la red es demasiado densa y no se ve del otro lado, no se ve el objeto donde cayó el lenguaje, caemos sobre eso que llamamos hermetismo, un lenguaje demasiado cerrado sobre sí mismo, que no permite ver. Mi concepción entonces es la transparencia. Para mí, uno tiene que trabajar la oración, el párrafo y la página en función de la transparencia del concepto. Importa el lenguaje en la medida en que me permite captar el mundo, ya sea el mundo real o el de la imaginación. Eso es lo importante: la transparencia. Los textos que insisten en el barroquismo y en el hermetismo, en general no me gustan”.

“NO ME INTERESA LA PERTENENCIA A UN CLUB. Tampoco escribo buscando un diálogo con otros autores contemporáneos. Lo que hago es ofrecer un monólogo, lo que tengo para decir, grande, chico, bueno o malo. La potestad de establecer un diálogo entre lo que uno hace y lo que hace otro, está en los lectores. […] Yo no centro el ejercicio de escritura en una cuestión de llamada y respuesta, tambor de esta aldea sonando para comunicarse con el tambor de la otra aldea. No lo hago por eso”.

“LAS VOCES […], si bien deben ser diferentes en un trabajo coral, para no romper la unidad del libro como tal deben tener armonía, en un sentido musical. Un coro tiene armonía porque hay una distancia relativa entre sus voces. No son voces perfectamente distintas como en un colectivo, donde cada uno está hablando en otro tono. En el colectivo el murmullo es simultáneo, pero no [necesariamente] tiene unidad en un sentido armónico”.

“NO SÉ CUÁNDO UN TEXTO ESTÁ TERMINADO. Sí sé cuando yo estoy terminado, cuando estoy acabado yo con el texto. También varía un poco el trabajo de la novela en general con el de otras piezas más breves. […] En la novela ver el todo es más difícil, requiere más tiempo, y ese tiempo implica lecturas y relecturas que te van agotando. Es importante cortar antes del hartazgo. […] Porque entonces uno todavía le guarda un cariño al texto”.

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*Las preguntas fueron: I. ¿Qué cosas te conmueven o emocionan? ¿Qué lugar ocupa la literatura en tu vida? II. ¿Cómo era el lugar donde transcurrió tu infancia? ¿Qué recuerdo atesorás de la infancia y adolescencia (en relación a la lectura y/o escritura)? ¿Qué lecturas te quedaron de aquella época? ¿Quiénes fueron tus formadores e iniciadores en la lectura y la escritura? ¿Cuándo comenzaste a escribir? ¿Qué queda de esa experiencia iniciática? III. ¿Qué concepción del lenguaje atraviesa tu escritura? ¿En qué tradición la inscribirías? ¿Con qué autores contemporáneos crees que dialogan tus textos? IV. ¿Cómo nacen tus escritos? ¿Es un trabajo, una disciplina, un ejercicio, es algo espontáneo? Si tuvieras que definir tu proceso de escritura con una imagen, ¿cuál sería? ¿Cómo es el espacio ideal y el real desde dónde escribir? Ante una idea, ¿cómo decidís qué «forma» darle? ¿De qué manera el género es una elección? ¿Cómo construís las voces que hablan en tu escritura? ¿Y los personajes? Su perspectiva, ¿es una mirada hacia el futuro, el presente o el pasado? ¿Hay algún escenario que se reitere o que tenga un valor significativo en tu escritura? ¿Cuál es su relación con otras disciplinas y experiencias de la vida (como las artes plásticas, la música, el cine, la educación, la política, etc)? ¿Cuándo considerás terminado un texto? ¿Cómo construís los títulos? Si tuvieras que elegir, entre todos tus escritos, uno solo para ser conservado, ¿cuál sería y por qué?

Agenda para agosto y septiembre de 2014

Agenda
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En los próximos quince días voy a andar por varios lugares, dentro y fuera de la Feria del Libro. Acá un pequeño resumen, por si les pinta acercarse a alguna de las actividades (todas en Córdoba, Argentina).

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Estudio Q

Estudio-QMiércoles 27 de agosto, 19 hs. en el CCEC (Entre Ríos 40) | Estudio Q es un proyecto de investigación, producción audiovisual y edición literaria sobre escritores que producen desde Córdoba. Lo realiza el equipo de editorial Nudista y consta de entrevistas en video con escritores contemporáneos, entre los que se me invitó a participar. Dichos microdocumentales se presentan en tres encuentros, combinados con lecturas (el de esta fecha es el segundo encuentro, en el que también estarán Silvina Mercadal y Pablo Dema). Después los videos se cuelgan en la web y también se desgraban en forma de e-books, para su descarga libre y gratuita. Más info acá.
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Sarau

Sarau-IIMiércoles 3 de septiembre, en Favela (Achaval Rodriguez 267) |  Un sarau, en portugués, es un evento artístico donde se presenta poesía y música en una dinámica distendida y de micrófono abierto. Éste es el segundo sarau en Córdoba, orientado a la traducción de literatura brasileña y argentina contemporánea. Me invitaron a leer alguna narración breve, que tendrá su correspondiente traducción al portugués. También leerán (y serán traducidos) Diego Monsalvo, Fabio Martínez, Franco Boczkowski, Rocío Pavetti y Silvio Mattoni. Como anfitrión oficiará Christiano Aguiar, escritor y crítico literario de Paraíba (actualmente reside en São Paulo).
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Narrativa contemporánea cordobesa

Eugenia-Almeida-Pablo-DemaDomingo 7 de septiembre, 18 hs., Cabildo | En el marco de la Feria del Libro, participaré junto con Eugenia Almeida y Pablo Dema en una de las tres mesas que, en diferentes días, presentarán a distintos escritores contemporáneos de la provincia. La intención es dialogar sobre las distintas experiencias de escribir en/de/desde Córdoba hoy. Coordina Eduardo Gásquez.
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Fruta extraña

Calavera-Pablo-PeisinoMartes 9 de septiembre, 19 hs., en El Gran Vidrio (sucursal de Humberto Primo esq. Jujuy) | En este lugar —que combina galería de arte con cocina fusión de autor— Pablo Peisino presentará Fruta extraña, un libro que condensa lo mejor de su obra plástica hasta la fecha. Lo acompañaré con un texto que escribí especialmente para esa publicación, editada por Llantodemudo. También estarán José Heinz y Alejandro Londero.
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Narrativa en sintonía pop, en Antena

Antena2014Miércoles 10 de septiembre, 20:30 hs., Cabildo | Antena es un espacio anidado en la Feria, cuyo objetivo es generar diálogos en torno a la edición contemporánea. Ahí José Heinz coordinará una mesa sobre narrativa pop (sea lo que esto fuere), en torno a la siguiente idea: «Muchos escritores sostienen el intercambio entre cine, televisión, literatura, música e incluso videojuegos. Escritores, periodistas y críticos de Córdoba ofrecen su punto de vista sobre estas y otras observaciones de una cultura que se jacta de una contemporaneidad absoluta, que a veces deja su huella y en otras desaparece casi sin dejar rastros de su paso.» Deliraremos sobre el asunto con Juliana Rodríguez Salvador y Javier Mattio. Habrá música a cargo de Coleco (que hace sets con gameboys).

Las playas del espacio, de Richard Matheson

Por Martín Cristal

Richard-Matheson-Las-Playas-Del-EspacioHay quienes no han escuchado un disco de Bob Dylan en su vida pero conocen sus canciones —al menos las más famosas— gracias a versiones hechas por otros músicos. Covers: ése parece ser el caso de Richard Matheson, un escritor de imaginación fértil para la ciencia ficción, la fantasía y el terror, del que conocemos muchas de sus historias indirectamente, por adaptaciones de todo tipo, algunas más afortunadas que otras.

Matheson murió el mes pasado, a los ochenta y siete años. Lo único que había leído de él era quizás su obra más famosa, Soy leyenda, llevada al cine varias veces (la última de ellas, con Will Smith en Niles-Brown-Soy-Leyenda-Historietael papel de Robert Neville; me gustó más la primera mitad de la peli que la segunda). Pero no llegué a la novela por ese cover cinematográfico, sino por otro anterior: una adaptación para historieta, hecha por Steve Niles y Elman Brown. Como historieta resulta demasiado dependiente del texto original: lo transcribe largamente en algunas páginas. Sin embargo, y por eso mismo, resulta interesante si uno quiere acercarse al texto pero no lo consigue en librerías, como era mi caso. Creo que así como el Drácula de Stoker daba en el centro de los terrores de la época victoriana, Soy leyenda consiguió actualizar al vampiro al envolverlo con los renovados terrores del siglo XX: la soledad y la alienación, las epidemias globales, la autodestrucción del género humano y el tema del fin del mundo (o de la humanidad, más presente que nunca tras la invención de la bomba atómica).

Soy-Leyenda-Comic
Un par de meses antes de la muerte de Matheson, en la liquidación de una hermosa biblioteca privada —la crónica del asunto se puede leer aquí—, conseguí un libro con cuentos suyos: Las playas del espacio. Trece cuentos publicados originalmente en 1957 como The Shores of Space, aquí en edición de Sudamericana (colección Nebulae, de 1978). Confieso que lo había dejado para después, debajo de una pila de Ballards, Dicks y Vonneguts conseguidos a buen precio en ese misma compra. Y no por jerarquizar de entrada a Matheson como un autor menor frente a aquellos otros (grandes) nombres, sino porque la edición, barata, trae una letra minúscula, que no invitaba mucho a leer.

Sin embargo, durante un fin de semana volví a abrirlo, y ya no pude más que devorarlo. El libro ofrece una variedad de historias de género equiparable a la de series como La dimensión desconocida (The Twilight Zone, a la que Matheson proveyó de guiones para algunos de sus capítulos). Hay alienígenas informes y hambrientos, invasores infiltrados entre nosotros, monstruos fúnebres, vampiros vocacionales, robots de pelea, muñecos antropomorfos, angustias apocalípticas y supervivencias postapocalípticas, viajes en el tiempo, pasadizos a otras dimensiones…

El disparador de cada uno de los cuentos, sin spoilers, puede leerse aquí (también el texto íntegro de uno de los mejores relatos del libro, “Hijo de sangre”,  aunque lamentablemente transcripto sin sus puntos y aparte). Me limito entonces a algunos comentarios generales:

“Acero” es otra historia de Matheson famosa por un cover: el cuento ofreció la idea inicial para la peli Gigantes de acero (Real Steel, 2011). Sólo la idea: la historia original de Matheson no tiene mucho más que ver con el guión de la peli protagonizada por Hugh Jackman. De hecho, si se soslaya el tema de los robots, el cuento está más lejos del blockbuster para niños que de los boxeadores heroicos de Jack London. En cierto momento, incluso se lee (en lo que para mí es una abierta referencia a un famoso cuento de London):

—¿Y con qué vamos a comer?

—Después de la pelea estaremos bien provistos —prometió Kelly—. Te pagaré un bistec bien grande.

• “El oficio de escribir” puede leerse literalmente pero también simbólicamente, con la escritura de ficciones como forma de superar la soledad y las grandes catástrofes de la vida y de la historia.

• El planteo de “El invasor” se basa en que el protagonista, David, no pueda creerle a su esposa Ann lo que el carpintero José sí le creyó a su mujer María: que había quedado embarazada del aire, sin haber practicado el coito con nadie (o, al menos, no con él). Hay que reconocer que la reacción de David es la más creíble de las dos, aunque la credulidad de José haya cambiado el curso de la historia mundial… Por supuesto, el ser que Ann carga en sus entrañas no parece que quiera redimir a la humanidad; más bien, todo lo contrario.

Es interesante comprobar que la idea que sostiene a este y otros cuentos del volumen suele presentarse como su resolución, su sorpresa final (el misterio develado); vale decir que el cuento no se construye sobre la idea en sí, sino sobre un corolario de ella. Lo que se desarrollan primero son las consecuencias de la idea, la cual se revelará —más o menos llanamente— hacia el final.

• “El compañero de juegos” me recordó —por el tema— a un cuento de Pablo Dema, “Jimmy”, incluido en la antología de narradores de Córdoba Diez bajistas.

• “El niño curioso”: para mí el mejor cuento del libro. Como el autor es Matheson, uno espera la resolución sobrenatural o fantástica para eso que en principio parece un episodio de Alzheimer acelerado, sufrido por una especie de Pete Campbell a mediados de los años cincuenta. Así como en “Acero”, si uno abstrae los robots, lo que queda es un cuento de Jack London, aquí, si se omite el giro genérico, el sustrato restante podría ser tranquilamente un cuento de John Cheever.

Richard-Matheson-200pxLa sensación general que deja el libro es la de un abanico imaginativo desplegado a todo el ancho del espectro genérico de la fantasía y la ciencia ficción. Reina la idea. Una de las cosas que la narrativa debería hacer siempre —según sostiene Padgett Powell—, es garpar. No cabe duda que estos cuentos de Richard Matheson buscan eso: pagar, recompensar al lector, ofrecerle una resolución. La gran mayoría lo consigue, en especial si el lector colabora con una cuota de amor por las vertientes más clásicas de estos géneros.

Las ostras: presentación en Córdoba, por Pablo Dema

Foto: Diego Vigna.

El martes pasado presentamos Las ostras en Córdoba. Agradezco a
las 150 personas que se acercaron a Cocina de Culturas para la ocasión.
También, muy especialmente, a Marcos Croce por su música y buen humor,
y a Pablo Dema, por su amabilidad y sus lúcidas palabras
para presentar la novela.

[…] Hay un crítico alemán que leyendo a Paul Celan, a Nelly Sachs
y a Kafka acuñó el término
metáfora absoluta. Las obras de estos
autores, decía Beda Allemann, son metafóricas, pero no en el sentido
de que usan una figura retórica sino que todo un poemario o una novela constituyen una metáfora, el problema es que los autores no nos dicen metáfora de qué son esas obras. Yo creo que esta idea de la metáfora absoluta es interesante para pensar
Las ostras, que están en principio como parte de la fauna marina descripta en un viejo libro que hereda Perla (uno de los personajes), pero que se van cargando de una significación muy densa, de muchas resonancias que requieren un trabajo de los lectores. Como en el cine de Tsai Ming Liang, tenemos que pensar qué pasa y qué significa aquí el agua: la del mar evocada en el libro, la de la lluvia que inunda la ciudad, la de las peceras que pierden su oxígeno. […]

Leer el texto completo

Las ostras: adelanto del capítulo 1

las-ostras-libro-OK
Aquí se puede leer un adelanto
del primer capítulo de mi nueva novela,
Las ostras (Caballo Negro Editora, 2012):

Leer el primer capítulo

La presentación será el próximo
martes 22 de mayo, a las 19:30 horas,
en Cocina de Culturas (Julio A. Roca 491, Córdoba). Presenta: Pablo Dema.
Música en vivo: Marcos Croce.
¿Nos vemos ahí?

Las ostras, nueva novela

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Finalmente y con gran alegría para mí,
Caballo Negro Editora publica Las ostras.
Es aquella novela que merodeó el Premio Provincial en 2010.
Un texto con el que empecé una nueva etapa en mi trabajo de escritura.

La presentación será el día
martes 22 de mayo, a las 19:30 horas,

en Cocina de Culturas (Julio A. Roca 491, Córdoba).
Pablo Dema será el encargado de decir algo inteligente.
Yo sonreiré mucho y haré lo que pueda. ¿Nos vemos ahí?

¿Qué estabas haciendo el 11-S?

Por Martín Cristal

En el suplemento «Temas» de La Voz del Interior, hoy sale una nota (coordinada por Emanuel Rodríguez) en la que once escritores cordobeses recuerdan brevemente el momento en que se enteraron del atentado a las Torres Gemelas. Lo que sigue es mi pequeño aporte. Los de los otros autores —Pablo Natale, Iván Ferreyra, Luciano Lamberti, Eugenia Almeida, Federico Falco, Martín Maigua, María Pousa, Fabio Martínez, José Playo y Pablo Dema— pueden leerse aquí.

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¿Qué estabas haciendo
el 11 de septiembre de 2001?

Vivía en México: el diseñador gráfico bancaba al escritor. Supe del atentado apenas llegué a las oficinas de la revista semanal donde trabajaba como director de arte. Había un clima de excitación morbosa (mis compañeros eran periodistas), de implícita revancha (eran mexicanos), de incredulidad y sorpre­sa (éramos televidentes). Todo el material preparado para ese número se fue al tacho. El cierre del viernes sería muy tarde.

Colaboré en la selección fotográfica. Debíamos componer el relato visual de una tragedia demasiado reciente. ¿Qué matizar, qué mostrar a página completa? ¿Yuxtaponer bomberos y víctimas? ¿Señalar al hombrecito que cae o dejar que lo descubran los lectores?

Ante la previsible unanimidad temática en los quioscos dominicales, decidimos competir con una tapa desplegable: una panorámica de Manhattan desde el río, su perfil tachado por una ominosa estela de humo. Titular: “Vientos de guerra”.

Anduvo bien. Nuestra siguiente tapa desplegable vendría tras el bombardeo de Bagdad.

Quince narradores de Córdoba antologados en No Retornable Nº 8

Acaba de publicarse el Nº 8 de la revista on-line No Retornable. Su directora, Sol Echevarría, lo presenta diciendo —entre otras cosas— lo siguiente:


«En este número, decidimos hacer un
dossier de narrativa cordobesa porque a veces, desde Buenos Aires (capital mundial, etc., etc.), nos centramos demasiado en la producción local. Creemos que los autores seleccionados dan cuenta de cierta tendencia estética en la narrativa contemporánea de la provincia de Córdoba, con sus variedades y excepciones, que es interesante».

El dossier incluye cuentos de Eugenia Almeida, Cuqui, Pablo Dema, Sergio Gaiteri, Pablo Giordano, Luciano Lamberti, Pablo Natale, Eloísa Oliva, Martín Pachetta, María Pousa, Javier Quintá, Adrián Savino, Ramón Sisterna y también uno escrito por un servidor. Bon appétit.

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PD. Alguna vez comenté en este blog mis dificultades para traducir el epígrafe de Shakespeare que abre este cuento…