Por Martín Cristal
Con su fragilidad física y emocional, María Cristina Murarena llega a Villa Santa buscando algunos cabos sueltos de su pasado. El arribo de esta porteña es la excusa con que Jorge Rossi (1978) empieza a barajar las historias cruzadas de algunos habitantes de esa ciudad ficcional de la provincia de Córdoba, trasunto de Villa María. “Villasán” se distingue porque su “Gestionador”, Fabrizzio Bonaventte, mandó cubrir toda la superficie del río que cruza la ciudad con paneles de vidrio. El río vidriado pretende ser la máxima atracción turística de la zona, aunque quizás también sirva para mantener a las clases bajas lejos de ese lugar en el que sus integrantes solían pescar y bañarse…