Cómo hablar de los libros que no se han leído, de Pierre Bayard

Por Martín Cristal

Una versión más corta del presente artículo se publicó en el número 3 de la revista Ciudad X.

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En un cuento de Efraim Kishón, éste se encuentra con un escritor que hace meses le envió por correo un ejemplar de su último libro. El encuentro desemboca en la pregunta inevitable: “¿qué te pareció?”. Pero Kishón no ha leído el libro; ni siquiera le ha quitado el papel madera en que venía envuelto. No sabe el título ni el género de la obra. El cuento («Cómo comentar libros sin demasiado esfuerzo», incluido en El arca de Noé, clase turista) prosigue con los esfuerzos de Kishón por hacer observaciones ambiguas y generales que le permitan obtener de su colega algún dato con el cual construir un comentario decente.

Situaciones así le interesan a Pierre Bayard (Francia, 1954) en su brillante ensayo Cómo hablar de los libros que no se han leído. La estrategia para arrancar cada capítulo es la que usamos aquí: recordar una obra literaria donde alguien habla de un libro no leído. Enseguida, el autor analiza a fondo dicho ejemplo. Bayard toma casos de Musil, Valéry, Eco, Montaigne, Greene, Lodge y Wilde, entre otros. El elocuente epígrafe que abre el libro es precisamente de Oscar Wilde: Jamás leo los libros que debo criticar, para no sufrir su influencia.

Entre todos los ejemplos que analiza Bayard, se destaca el de un estudio antropológico: la interpretación que una tribu africana —los tiv— hace de Hamlet. Cuando, en la propia aldea de los tiv, la antropóloga Laura Bohannan les refiere la obra de Shakespeare, las opiniones y críticas que expresan los miembros de la tribu resultan articuladas e interesantes, incluso sin que ellos conozcan nada de la cultura inglesa o europea (mucho menos de Shakespeare en particular).

¿Licencia para mentirosos? ¿Recetario cínico? No: el de Bayard es un ensayo honesto, que sincera ciertas imposturas de la circulación cultural. En especial blanquea la “no-lectura”, que no es la prescindencia total de los libros, sino toda situación limítrofe a la lectura: los libros leídos y luego olvidados, los que sólo hojeamos alguna vez, aquellos de los que sólo hemos oído algo… Primero, Bayard razona estas “maneras de no leer”; luego distingue situaciones en las que podría tocarnos hablar de un libro no leído (en la vida mundana, frente a un profesor, frente al mismo autor del texto o frente al ser amado); por último, analiza algunas conductas que convendría adoptar en esas situaciones (no sentir vergüenza, inventar el libro que se comenta o bien, hablar menos del libro que de uno mismo).

El autor alega por una “evolución psicológica” que nos libere del peso de la cultura y nos haga entrar de lleno en el terreno de la creación. Sostiene también que nuestra relación con los libros se da en “un espacio oscuro habitado por fragmentos de recuerdos”. En suma, Bayard nos dice: nadie lee tanto como dice leer y nadie puede leerlo todo, así que relajémonos un poco, desactivemos las prohibiciones culturales y opinemos libremente con los elementos que tengamos a mano. Bayard nos propone esto a través de un libro irónico, divertido y liberador. Un libro que espero poder leer entero alguna vez.

Cómo hablar de los libros que no se han leído, de Pierre Bayard. Anagrama, 2008.

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13 pensamientos en “Cómo hablar de los libros que no se han leído, de Pierre Bayard

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  2. René: Así sucede, uno se va enamorando y desenamorando de ciertos catálogos…

    Herida: El chiste del final de mi comentario toma el tono del libro. Así que, si te gustó eso, quizás te guste leer a Bayard. Además puede que su libro te lleve a hacer las pases con esa culpa, o a ayudarte a paliarla… no por medio de la mentira, sino por medio de una brillante redefinición de lo que es «un libro» y de lo que significa «leer» hoy.

  3. Justo aqui, no puedo privarme de declarar que sos un gran escritor…eh?
    Textos escritos bajo la atenta mirada de un niño bien, textos prolijos en blog que intenta ser despojado pero donde se siguen amontonando cosas hechas con palabras.

    Bueno no me sale tan bien pero no es orientacion literaria , es parte del arte de adular, eso creo Martin. La lectura a veces, es un poco ciega, como el amor, tambien leemos porque nos gustó una tapa o porque soñamos con alguien que nos de placer de escribiendo una parte de nuestro pensamiento.

  4. Cecilia: Iba a decir gracias por lo que decís en la primera línea, pero no sé si hacerlo porque el resto me resulta un tanto críptico —no entiendo por qué lo de «niño bien», por ejemplo—, y entonces no termino de detectar si el tono de todo el comentario es irónico o no.

  5. oh, que embole, es un chiste pero no se entiende.
    No se si sos un gran escritor, no se se nada de vos o tu obra, invento vaguedades para hablar sin haberte leido. Por otro lado, niño bien hay que ser forzosamente para ser escritor, creo, no lo tomes a mal. Si sos un buen escritor de blog eso puedo decirlo.

  6. Cecilia: Ah, OK, ya entendí…

    Ojo, Bayard en ningún momento se limita sólo a la adulación, porque de un libro no leído también sería posible hablar mal.

    Por otro lado, eso de «niño bien hay que ser forzosamente para ser escritor»… es una generalización demasiado apresurada de tu parte. Basta recordar contraejemplos como John Fante, Charles Bukowski o incluso —con todo y su gran cultura, bien ganada— Juan Filloy, cuyos padres eran humildes almaceneros de la seccional segunda, y analfabetos los dos.

    Y bueno —ahora sí, entonces— gracias por lo que decís en la última línea.

  7. El tiulo del ensayo refiere una actividad que es muy omún en los humanos, como es hablar de aquello que no sabemos nada. No conocía este texto.

    Pásala bien

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  9. Con unos amigos hacemos un blog de «lectores» (en el link el sitio)… allí, la séptima máxima de la asociación es «Aparentarás académicamente haber leido a Joyce»… creo que este libro es el que siempre estuvimos esperando, ¿sería tomarse demasiado en serio la consigna empezar a citar este libro sin haberlo leído?

    Saludos…

  10. Fran: Creo que sería un halago para Bayard que lo citaran sin haberlo leído íntegramente. (Igual te recomiendo leerlo, es muy irónico y divertido). Y si ésa es una de las máximas de los Amigos del Kraken, Bayard puede ser uno de sus apóstoles… Saludos.

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