Doscientos canguros, de Diego Muzzio

Por Martín Cristal

Cuesta hablar de lo que más nos duele

No sólo hay doscientos canguros en el libro homónimo de Diego Muzzio (Buenos Aires, 1969). En sus siete cuentos también desfilan leones, tortugas, ballenas… Los animales aportan su presencia concreta, pero también ofrecen un símbolo enigmático, o encarnan una fantasía infantil, o dan pie para el absurdo.

El absurdo, precisamente, prevalece en “El Hombre Neutral”, donde una invasión de conejos inutiliza una pista de aterrizaje; la situación reaparecerá de soslayo en otros cuentos, como un divertido cruce argumental. Cabe advertir que, por su atmósfera enrarecida, quizás este cuento no sea el más representativo del conjunto. Arriesgo que en la decisión de ponerlo primero gravitó la transparencia con que muestra el tema recurrente del libro: las relaciones paterno-filiales (y también las fraternales, pero siempre como secuela de las otras).

Ese tema se confirma en “Los discípulos de Buda”; de sesenta páginas y corte realista, tal vez sea el mejor cuento del libro. Una familia se resquebraja por el enloquecedor talento ajedrecístico de uno de los hijos, y por la ambición paterna de aprovecharse de ese talento, y por las arbitrariedades más tenebrosas de la historia argentina. Con cameos de Bobby Fischer y Miguel Najdorf, el cuento sigue dos líneas temporales en una trama casi cinematográfica, que gambetea todo lo previsible. Lo sigue “El caza Zero”, una variación más acotada de “Los discípulos…”. Su encierro inicial lo propician una tintorería esclavizadora y la represión emocional de una familia japonesa.

“El cielo de las tortugas” amplia el juego. Primero, en lo formal: en vez de un narrador único, el cuento alterna monólogos que componen un dilema moral alrededor de la enfermedad terminal de una niña. Y segundo, en lo temático: porque en ese coro aparece una madre que equilibra la preeminencia paterna, tan marcada en los cuentos anteriores, donde ellas estaban casi elididas.

Otro cuento memorable, “Caballo en llamas”, articula una historia de amor y la Guerra de Malvinas. Aquí un padre que buscaba perjudicar a su hijo, lo empuja por un camino peligroso, que sin embargo el hijo, con los años, agradece, aunque no sin pagar un alto precio.

El cuento «Doscientos canguros» abre con una cita de Murakami cuya fuente parafrasea a Salinger; la lectura íntegra del relato reafirma la sospecha de que Salinger sería su verdadero modelo tutelar. La escena de una madre (en una casa junto a un lago) tratando de averiguar por qué está enfurruñada su hija recuerda aquella otra de “En el bote”, salvo que aquí la ternura materna nunca llega para aliviar el disturbio emocional. A su modo, la niña —una vez más— le endosará esa frustración a su hermana.

Cierra otro relato coral, “La estructura de los mamíferos”, cuyas primeras diez líneas constituyen uno de los inicios más potentes de la cuentística argentina reciente (y, de paso, nos presentan a la madre más patética de todo el libro).

La cohesión temática, la fluidez del estilo, su lenguaje contemporáneo y una buena paleta de recursos narrativos hacen de Doscientos canguros una experiencia de lectura más que recomendable.

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Doscientos canguros, de Diego Muzzio. Cuentos. Entropía, 2019. 232 páginas. Recomendamos este libro en “Número Cero”, La Voz (Córdoba, 23 de junio de 2019).

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