El proyecto Lázaro, de Aleksandar Hemon

Por Martín Cristal

Recomendamos esta novela impresionante en el Nº 24 de la revista Ciudad X (junio de 2012).

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Aleksandar Hemon (1964) viajó a Estados Unidos justo antes de que se desatara la guerra en su Bosnia natal. Imposibilitado de volver, se estableció en Chicago y comenzó a escribir en inglés, idioma que domina con tal maestría que su caso ha sido comparado con el de Nabokov. Después de leer La cuestión de Bruno (cuentos, 2001), pero sobre todo tras El proyecto Lázaro (novela, 2008), soy un convencido más de la calidad literaria de Hemon.

“Yo quería que mi futuro libro hablara del inmigrante que escapó del pogromo de Kishinev y llegó a Chicago para morir a manos del jefe de policía de la ciudad. Quería sumergirme en el mundo tal como había sido en 1908, quería imaginar cómo vivían entonces los inmigrantes”. Esto declara Vladimir Brik —alter ego de Hemon— a las 56 páginas de la novela, cuyo plan inicial entrelaza la vida de ese escritor bosnio en la Chicago de 2004, con la muerte de Lázaro Averbuch, un inmigrante judío que en 1908 es tomado por anarquista y asesinado en circunstancias confusas. La concisa primera persona de Brik diferencia bien este nivel narrativo del que narra los sucesos de 1908 (más lírico, en tercera persona, y que recuerda un poco a Ragtime, de Doctorow).

Para escribir su libro, Brik mendigará una beca y viajará a Europa para averiguar qué brutalidades expulsaron a Averbuch de su hogar (“el hogar es allí donde tu ausencia no pasa desapercibida”, define Hemon). Lo acompañará Rora, un viejo amigo bosnio: fotógrafo irónico y gran fabulador, cargado de historias sobre la guerra en Sarajevo.

Hemon no se limitará a alternar la reelaboración narrativa de un hecho histórico con el relato biográfico del escritor que se propone realizarla; las historias orales de Rora, al borde de lo creíble, introducirán un tercer andarivel narrativo. El lector se ve compelido a entretejer relaciones entre los tres niveles. Con sutileza, Hemon les infiltra coincidencias (de nombres, de situaciones): circunstancias del entorno de Brik que parecen inspirarle rasgos para su futuro relato de Lázaro, esa narración que Brik aún no ha escrito, pero que el lector de la novela ya sigue paralelamente.

La ficción es siempre en parte una transposición de lo vivido por su autor. Pero esa biografía, ¿no será también una construcción ficticia?  Brik también es un personaje (uno más) de Hemon. Pasado cierto punto, es posible anular las jerarquías entre la historia marco “real” de Brik y la interior “ficcionalizada” de Lázaro. ¿No es ese viaje a Ucrania, Moldavia, Rumania y Bosnia una invención más, tan verosímil, dudosa o falsa como las historias que Rora dice haber vivido en Sarajevo? Y Rora también es un personaje, una sombra. ¿Y Lázaro Averbuch? ¿Existió? Sí: hay fotos de su cadáver y su caso salió en los diarios. ¿Pero cuán “real” es lo que sale en los diarios? ¿No mienten o (se) engañan, también, los periodistas?

Los personajes de la subtrama de Lázaro, que comparativamente tendrían un grado menor de realidad (como los de las subnovelas intercaladas dentro del Quijote), de pronto demuestran cimientos más reales; y la “realidad” exterior de Brik y Rora de repente puede leerse sólo como una invención más de un demiurgo llamado Aleksandar Hemon. El interés del autor en el arte de la ficción se explicita en abiertas y jugosas reflexiones sobre el tema. El proyecto Lázaro puede leerse como un paralelismo entre el miedo a los anarquistas pretéritos y el actual a los terroristas; o como una madura declaración sobre qué conlleva ser “extranjero” en cualquier lugar y época del mundo; pero, sobre todo, como una exploración magistral de la volátil frontera entre realidad y ficción, entre verdad y mentira, entre memoria e invención.

En su afán de extremar la (con)fusión de ficción y realidad, Hemon la amplía en una página web donde se barajan citas de la novela y fotos (algunas históricas, y otras más actuales tomadas por Velibor Vožobić). ¿Son todas esas imágenes “reales”? ¿Refieren o no a los hechos que sugieren sus epígrafes? ¿Hubo un viaje para tomarlas? Esto ahonda las hermosas dudas sobre “lo verdadero” planteadas por este impecable proyecto. El contorno ficcional pergeñado por Hemon logra que sus verdades a medias se levanten y anden, hasta conectarse con todas esas mentiras parciales que tomamos por “el mundo real”.

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El proyecto Lázaro, de Aleksandar Hemon. Novela. Duomo Nefelibata, 2009. 364 páginas.